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Opinión: El “para qué” de las Diputaciones

Óscar Herrero, responsable de política rural de Podemos Segovia, analiza en este extenso artículo de opinión y desde una perspectiva crítica, el papel de las diputaciones. Yendo a Segovia, para Herrero que la Diputación no sirve como institución de dinamización de lo rural lo prueba la desertización de los pueblos y la pérdida de servicios.

Natalia-del-Barrio-FuentepelayoHemos asistido días atrás a una intensa campaña emprendida por el Partido Popular de Segovia de ”exaltación de las Diputaciones”, con medios de comunicación incluidos acompañando a la comitiva, que recorría los pueblos de la provincia ocupando primeras páginas de los diarios locales durante los días de caravana, convocando a alcaldes y colocando carteles en los balcones de los ayuntamientos, también por supuesto del partido popular, al más puro estilo de lo que sería una versión moderna de Bienvenido Míster Marshall. Todo ello (dicen) en defensa de unas instituciones que son, han sido y serán el baluarte de defensa de los pueblos de nuestra provincia, sobre todo de los más pequeños (apostillan).

Desde el PP afirman con rotundidad que quienes proponen en sus acuerdos de gobierno la desaparición de las Diputaciones quieren hacer desaparecer los pueblos. Y van más allá, pues en un alarde de demagogia y populismo difícil de digerir hasta para los suyos, el mismísimo Presidente de la Diputación sentenciaba, “después vendrán a por las provincias”. Tan bochornosa ha sido la puesta en escena de esta campaña y el contenido de sus mensajes, que los más de 60 años transcurridos desde que se estrenara la genial película de Berlanga parecen haberse quedado en nada.

Si como dice el Excelentísimo señor `presidente de la Diputación de Segovia, esta institución ha sido el eje fundamental para el mantenimiento de los pueblos, sobre todo de los más pequeños, y vincula directamente la existencia de las Diputaciones con la supervivencia de los mismos, es evidente que hay algo que no cuadra, pues solo hace falta echar la vista atrás para ver cómo les ha ido a los pueblos de nuestra provincia, especialmente a los más pequeños, en los últimos treinta años. Extraemos este período por ceñirnos a un período reciente y de prosperidad para nuestro país, en el que se supone que las vacas gordas deberían haber contribuido también al desarrollo y prosperidad de nuestros pueblos más pequeños.

Si por la cosa de la nostalgia preferimos no mirar al pasado y centrarnos en el presente, duele en el alma ver como el 32% de los municipios de nuestra provincia están ya clínicamente muertos, es decir, no llegan a 100 habitantes y bajando, esperando solamente el paso de un poco más de tiempo para echar el cierre. Y el 77% de los municipios segovianos no llega a 500 habitantes y bajando también, es decir, son enfermos crónicos esperando la situación de muerte clínica anterior. Tan solo unos pocos pueblos del alfoz de Segovia, además de media docena de cabeceras de comarca (a costa de su propia comarca), han conseguido librarse de la sangría de población que asola nuestra provincia. Con esta situación, resulta evidente que el futuro para estos municipios no existe, y que cualquier planteamiento demográfico y socioeconómico viable a medio y largo plazo en los mismos resulta de todo punto imposible.

Si a todo ello añadimos, como es el caso, que la excusa de la crisis económica está provocando recortes inconcebibles en servicios básicos para el medio rural como educación, sanidad, servicios sociales, transporte, dependencia etc., cosa que no invita precisamente al asentamiento de la población más joven en estos municipios, nos encontramos con que más del 70 % del territorio segoviano se halla en riesgo máximo de desertización demográfica a medio plazo. En ese tiempo veremos como muchos de los pueblos más pequeños (esos a los que dice proteger la Exma. Diputación Provincial) tendrán que ir cerrando sus puertas poco a poco, sin más solución que la de ver pasar el tiempo hasta que ese momento llegue.

Con esta realidad, avalada por los datos estadísticos publicados por la propia Junta de Castilla y León, resulta sorprendente, a la vez que indignante, que el presidente de la Excelentísima Diputación de Segovia y todo su séquito tengan la osadía de sacar pecho por los pueblos de Segovia vendiendo la institución como la salvadora de los mismos, de unos pueblos que se están muriendo por momentos, que llevan más de 30 años con esa tendencia y que no vislumbran la más mínima esperanza de que la situación revierta, pues las políticas que se implementan desde todas las administraciones públicas, sin excepción, no hacen más que ahondar en su situación de olvido y abandono.

Si los señores de la Diputación entienden por ayudar a los pueblos repartir las migajas para arreglar una fuente, cambiar una farola, retejar el ayuntamiento o subvencionar una actuación el día de la fiesta, a la vez que habilitan presupuestos millonarios para comprar palacios en la capital, o sacar del apuro a amigos y sociedades participadas inmersas en aventuras urbanísticas como Segovia 21 (también en el alfoz de la capital), que no vengan a los pueblos a contarnos cuentos, porque ya no los creemos. No estamos ni para cuentos, ni para palacios ni para limosnas. El problema de los pueblos de Segovia, sobre todo de los más pequeños (que dirían ellos) es la falta absoluta de capital humano, el más importante sin duda para desarrollar cualquier proyecto y para devolverles la vida. Y para eso, la excelentísima Diputación de Segovia no está haciendo ni ha hecho en estos años absolutamente nada.

UBOST2016Por si esto fuera poco, y con el paraguas de la Junta de Castilla y León, la última es que quieren “dotarlas de mayor contenido”, pretendiendo reorganizar todos los servicios que ahora se prestan por Mancomunidades o Comunidades de Villa y Tierra a través de las Diputaciones. Esto no es más que otro atropello al gran trabajo de cooperación y asociacionismo voluntario realizado hasta ahora por los propios municipios, que se han sabido buscar la vida, precisamente por la falta de compromiso de las Administraciones en las últimas décadas, para organizar sus propios servicios en base a sus necesidades, sin necesidad de contar con la Diputación para nada. Pues bien, parece que esto les molesta a los políticos que nos gobiernan, y ahora pretenden entrar a mangonear (digo bien), un sistema de organización de servicios que lleva muchos años funcionando bien gracias al buen hacer de los Ayuntamientos. El pleno de la Diputación ha emitido recientemente un informe (preceptivo, pero no vinculante) en contra del llamado “mapa de servicios”. Pero mucho me temo que este hecho forma parte de un episodio más de la estrategia del PP de “confrontación” entre administraciones del mismo partido (provincial-autonómica, y ésta con la estatal) para parecer que son reivindicativos entre ellos, que de una intención real de revertir una situación que su propio partido propone en la Ley 7/2013 de Ordenación, Servicios y Gobierno del Territorio.

Y para acabar, no seré yo ni será ahora, quien entre al debate sobre la necesidad o no de las Diputaciones. Pero teniendo en cuenta lo desgarrador de la realidad, cabría preguntarse dónde han estado todos estos años y para qué han servido, aparte de para mantener cargos con sueldo de políticos amortizados y de favorecer a unos pocos ayuntamientos afines, que por cierto, casi nunca coinciden con los más pequeños de la provincia. ¿A que se han dedicado los Diputados Provinciales de Segovia todos estos años para permitir que la situación de nuestros pueblos más pequeños haya llegado al límite en que se encuentra hoy? Cualquiera diría que han sido sus salvadores como predican, y que han estado a su lado, apoyándolos, luchando codo con codo, porque de haber sido así, si fuese cierto que la Diputación ha ayudado tanto como dice a los pueblos más pequeños de nuestra provincia, a la vista de los resultados parece más bien que hubiesen estado ayudándoles… ¡pero a morir!

Cada cual que saque sus conclusiones, yo a las pruebas me remito.

Artículo de opinión de Óscar Herrero, responsable de política rural de Podemos Segovia. 

Author: Opinion

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1 Comment

  1. Huelen a naftalina.Nos lo pueden pintar de colores,pero se les nota muy nerviosos atisbando la simple sospecha de que se les pueda acabar el chollo.Y han sacado la artillería ,y sacaràn la Infantería si es de menester.Siempre van a encontrar alguien que les ayude a defender SU pan, por si acaso caen “migajas”…

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