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Nacionalismo a golpes de cruz

Cataluña es un cotolengo. Las redes se llenan de gallos riñendo, a veces hasta zarandeándose (y esperemos que no pase de ahí) por quitar/poner cruces en la playa. El procés avanza a golpes de cruz, en catalán, “cop de creu”, expresión muy castiza que denota un mortificante progreso, o avanzar en procesión siguiendo al Cristo. Es lo que tiene el nacionalismo. La gente convierte en objetivo la diferencia cultural, se aferra al símbolo y olvida del interés general. Al final terminamos con un “esta playa es mía”.

Ciudadanos surgió como un partido antinacionalista, y según su líder, Albert Rivera, lo sigue siendo. Por más que, visto el show del domingo en la presentación de la Plataforma Ciudadana, no se aprecien diferencias entre el acto del palacio de congresos de Madrid y cualquier pandemonium de la Assamblea Nacional Catalana. Un chino daltónico no sabría distinguirlos. También los independentistas dicen “no, no somos nacioanalistas”, pero en la práctica sus actos, como el de Ciudadanos, se limitan a generar un atmósfera emocional, apelar a un sentimiento identitario que nos hermana y sobre el que se edifica un proyecto electoral… Técnicamente, marketing emocional de masas.

Hay que tener clara la diferencia entre patriota y patriotero. Un patriota no es el que más furibundamente agita una bandera, ni el que más se alegró con el gol de Iniesta, o el que más llora cuando a Marta Sánchez le da por masacrar la Marcha Real. Ese es un patriotero, un pasional aficionado de la roja,  un chauvinista, o (lamento decírselo) un cursi redomado. Nada malo ni tampoco nada bueno. El patriota, en cambio, es aquel que, además de o a pesar de lo anterior, supedita su egoísmo personal a un interés general. Aquel que, aunque le joda, paga puntualmente los impuestos, aparca donde debe, recicla la basura y soporta con estoicismo el drama de que todo derecho apareja un deber. Y ojo, sin abusar, pues no será la primera vez ni la trigésima que a los patriotas alguien les cuenta: “tenéis que hacer este nuevo sacrificio por el interés general”, y en realidad el tal interés general no es más que una oscura maraña al servicio de unos pocos jetas.

Así pues, si Rivera no es un nacionalista populista, lo parece. Siendo secundaria la retórica con que lo quiera vestir. Al final, utilizan como herramienta electoral los sentimientos identitarios de pertenencia a un país. Y eso es un juego especialmente peligroso: termina a “cops de creu”.

Me suelen preguntar ¿cómo acabará lo de Cataluña? Hay dos respuestas. Acabará mal. Saltará por los aires España y el Estado del Bienestar. Esta me cuesta de creer. Más pienso que acabará bien. Es decir, en nada. Es decir, a la manera que acabó el Quebec o Flandes, con una importante parte de la ciudadanía catalana metida a contraquerer en la estructura superior llamada España, franquicia de la UE en el flanco occidental continental (como tiene que ser). Y créanme, es sumamente sencillo que esto acabe así. Basta con copiar lo que hizo Canadá o Bélgica, tratar de rehuir el juego reactivo de los nacionalismos, y obsesivamente volver una y otra vez a lo que realmente importa: el interés general.

Pero el drama de esta historia es que la política nunca tuvo que ver con el interés general. Quim Torra sabe mejor que yo que en lo tocante a creación de países el unilateralismo solo conduce al ridículo y, poniéndonos en lo peor, a Estremera. Él es un rehén de la CUP, que están convencidos que con una huelga fiscal seguida por el 15% de los catalanes pueden poner en marcha una revolución “razonablemente pacífica”. Torra es un rehén consentido de la CUP y también de Puigdemont, que sabe que si algún futuro personal le queda pasa por mantenerse en el candelero. A cualquier precio. Y el PDCAT le soporta porque sin Puigdemont carece de gancho electoral. Y ERC quiere salir de la unilateralidad pero sin pagar el precio de quedar como unos charlatanes ante tanto tontaina que ha comprado el crecepelo de la independencia Express. Hay que volver a las instituciones, dicen, sí, pero con otro pagando las facturas.

Miel sobre hojuelas para el PP, dirías. Después de todo, Rajoy lo tiene fácil, o se jura la Constitución a lo Santa Gadea (que dicho de paso, es lo mínimo que se le puede exigir a un político, que cumpla la ley) o 155 sine die. Y mientras lo piensan dejas al malo sin policías ni dinero con el que pagar a tantos “patriotas” y productoras de TV3… Pero tampoco. Rajoy es el rehén más débil de todos, de Ciudadanos, del PSOE y del PNV, que lo mismo hoy le manda de campaña anticipada. Pero sobre todo Rajoy es rehén de los jueces y de la corrupción. Perdiendo votos en cada telediario.

El PSOE vacila, le gustaría, pero… ¿Peleo con Ciudadanos o con Podemos? ¿Qué tal con los dos? En esas está su errático líder, Sánchez, peleando/confraternizando con los dos (tres, si se incluye a Rajoy), de manera que el electorado (comprensiblemente) no le acaba de situar. No le ve, y cuando le ve es en la feria de los títeres. ¿Y Podemos…?

Ah, Podemos… Muchos allí están hartos de su ególatra líder, que recuerda a aquel predicador contra el fornicio al que a las primeras de cambio sorprendieron en la sacristía con el pantalón por las rodillas y confesando al monaguillo. Pero Iglesias es la bisagra que sujeta al errejonismo (que no deja de ser un PSOE) y a la izquierda radical (que no deja de ser un IU). Si salta Errejón o salta Anticapitalistas, el invento detrás. Podemos a lo suyo: a lidiar día sí día también con las contradicciones del revolucionario de centro: ¡queremos un cambio de modelo productivo que nos permita a todos una casa con piscina en Galapagar! De momento ya lo tenemos los líderes, cierto, pero el próximo serás tú, chaval. ¡Por alguno había que empezar!

Por eso crece Ciudadanos. Por descarte. Es el único con margen para apostar sin cortapisas al caballo ganador. Y va a lo fácil: Trincamos la bandera de España antes que sea otro el que la patrimonialice, saqueamos los graneros electorales del PP-PRI y en línea recta hasta la Moncloa. ¿Interés general? De lo que va esto es de hacerse con el poder. A golpes de cruz.

Author: Luis Besa

Luis Besa. Periodista,

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4 Comments

  1. Esperemos que sólo sea a golpe de cruz en la arena de playa catalana y no termine en Normandía. ¿Me se entiende? que ya somos mayorcitos para hacer el payaso con mil reinos de taifas ¡hostitú!

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  2. “Cotolengo”….ha dicho vd ¿Cotolengo?.no sé, empezar por esta palabra que no existe en la RAE, y que tiene otras referencias, que yo sepa, no vienen al caso .

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  3. Qué bueno es aprender nuevas palabras. O es usted un purista de la RAE, Sancayetano, o cada uno empezará sus opiniones como le venga en gana. Sólo faltaba, con la que está cayendo. Le decía que, o es usted gran defensor de la doctrina o tiene alguna tirria personal con el señor Besa o es por tocar… al digital. La segunda acepción del ‘Espasa’ para cotolengo viene que ni pintada para la situación que se comenta: “2. amer. Institución donde se interna a enfermos mentales o niños deficientes”. ¡Qué cruz! o cruces.

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  4. ¡Que desolador es comprobar que la estupidez es infinita¡¡¡

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