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La policía Local ‘rescata’ cinco perros de una mujer ingresada por coronavirus

La Policía Local y miembros de la asociación protectora de animales han participado este 20 de marzo en el “rescate” de cinco perros que permanecían solos en un domicilio de Nueva Segovia desde que su dueña fuera ingresada en el hospital de Segovia enferma por coronavirus. La “operación” se ha resuelto con el traslado de los animales a una residencia canina a la espera de la recuperación de su propietaria, que evoluciona favorablemente en su sexto día de ingreso hospitalario.

Aislamiento. Esa es la palabra que acompaña con el peso de una bola con cadena a los enfermos de coronavirus, da igual que estén en una vivienda que en un hospital: los infectados no pueden tener contacto con nadie. “Queda leerinternet, el teléfono, o la tele, que ahora nos la han puesto gratis, pero los primeros días no podía levantar la cabeza de la almohada porque estaba muy debilitada por la fiebre, más de 39, y tenía muchos dolores”, dice María —el nombre es ficticio, Segovia es muy pequeña y hay momentos en los que no se quiere fama— una enferma de coronavirus de 57 años que permanece ingresada desde el día 16 en el hospital de Segovia. Cursa favorablemente, pero “está siendo muy duro”.

Un policía local (centro) y dos voluntarios de la asociación protectora, con dos de los perros rescatados.

Por si fuera poco el temido contagio que la llevó al aislamiento hospitalario, María tenía un problema añadido que no podía quitar de su pesado pensamiento: se había dejado en casa responsabilidades que atender, bocas que alimentar. Concretamente cinco perros entre pequeños y medianos, a los que había dejado solos y con comida para cuatro días. La solución no era fácil. “No puedes pedir a un vecino o a un amigo que entre en la casa a coger los perros porque todo lo que hay puede estar contaminado por mi, también el pelo de los perros podía tener el virus por haberlos acariciado”.

No se ha dicho hasta ahora, pero María empezó a tener síntomas el día 10 de marzo y entre llamadas sin éxito al 900222000 de la Junta y charlas telefónicas con sus médicos de Primaria pasó seis días enferma en casa tratando de atenuar los síntomas de tos, dolores y fiebre a base de paracetamol y cama hasta que una ambulancia del 112, de esas que viene con personal de mono blanco cubierto de arriba abajo, la trasladó al hospital el lunes pasado. Pasó dos días aislada esperando los resultados de las pruebas que, como era de temer, fueron positivas. De ahí a planta, en habitación doble con otra mujer en situación similar, “aunque cada uno lo pasa de una manera, según sus condiciones y complicaciones”, matiza. Ya se encuentra mejor, pero el alta está aún lejano.

Lo de los perros. La solución la encontró al final en la Policía Local, a la que pidió ayuda para que fueran ellos los que entraran en la vivienda a buscar a sus mascotas a la vez que la Asociación para la Defensa de los Animales ayudaba a gestionar el traslado de los animales a una residencia canina, en Torrecaballeros.

Preparando el momento de introducir a los animales en el vehículo.

El “rescate” tenía sus complicaciones, empezando por la recogida de las llaves, que hubo que desinfectar en el mismo hospital. Los dos policías que entraron en la casa —llevaban protección de cuerpo entero aunque es evidente que los medios de los que disponen son más que mejorables— se encontraron a cinco animales un tanto recelosos. Temblorosos de puro nervio algunos, enfadados y gruñones más por miedo que otra cosa, otros. El quinto escondido debajo de un coche, en el garaje. Costó sacarle.

Casi dos horas duró la operación hasta que los sudorosos policías cerraban de nuevo la casa y se quitaban con el máximo cuidado los elementos protectores y los perros estaban acomodados en la furgoneta de la asociación en la que realizaron el corto viaje hasta su lugar de estancia, debidamente atendidos, en la residencia, con vistas a la montaña.

Movimiento en el pasillo

María respiraba ya aliviada en su habitación de hospital, donde trata de librarse del “bicho”. “Para que te den el alta tienes que dar dos veces negativo en las pruebas” recita como si fuera un mantra aprendido recientemente por repetición mental. Todavía no ha ocurrido la primera vez, pero “pronto tendrá que ser”, suspira esperanzada.

Esta afectada por coronavirus aún interrumpe frecuentemente sus frases para toser, un sonido que se vuelve ronco y seco a través del teléfono. En su conversación tarda muy poco tiempo en colarse el personal sanitario del que habla con una admiración que no quiere disimular. “Se les ve agotados y a pesar de que están desbordados y tienen poco material están en todos los detalles y muy atentos a nosotras y a las complicaciones que puedan dar las patologías que cada uno traemos de antes, que eso les vuelve locos”.

Añade lo de los cambios de trajes y el uso constante de protecciones al que están sometidos los sanitarios y a pesar de eso, “quieras que no, para auscultarte, para mirarte, se tienen que acercar y tocarte. Están todo el tiempo en riesgo”, reflexiona.

María cuenta también que la frenética actividad que hay fuera de su habitación cerrada a cal y canto está presente en el ambiente y también en “los ruidos y movimientos constantes que hay en el pasillo de día y de noche. No paran”.

Aún así, el optimismo es la única despedida posible: “Entre todos lo conseguiremos”, arenga.

Author: Fernando Sanjosé

Segovia (1967). Periodista.

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