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El siglo XX de Prádena, a través de las fotos de los ‘pelangutos’

PradenaMiradaalayerLa cuarta entrega de la colección del Instituto de la Cultura Tradicional Segovia Manuel González Herrero, Una Mirada al Ayer está dedicada a Prádena. Como en las anteriores entregas (dedicadas a Aguilafuente, Santa María la Real de Nieva y Valtiendas), su fuerte vuelve a ser la compilación de imágenes antiguas del siglo XX rescatadas de las fotografías familiares que han cedido los vecinos. El libro se presenta el viernes 1 de julio a las 20.00 horas en el salón de actos del Ayuntamiento de Prádena.

A las fotos se añaden, también, recuerdos. De pedanías como Matandrino, cuyas últimas familias se mudaron a Prádena en los años sesenta; de las viejas fuentes como la fuente de la Jordana, “que cuando llueve mana”; recuerdos de las trashumancia, una actividad que junto con el bosque, hoy de pinos, ayer de robles, sabinas y acebales, ha marcado el ritmo vital de generaciones de pelangutos, el gentilicio tradicional que han tenido de siempre los habitantes de Prádena.

Dentro del folklore local, la localidad ha mantenido una fuerte personalidad, que el coordinador del proyecto, Luis Besa, responsable de contenidos de acueducto2, relaciona con “la consideración de Ochavo, es decir, era como un cantón autonómico de la Comunidad de Villa y Tierra de Sepúlveda, con un gran patrimonio comunal cuya gestión derivó en calendarios y fiestas propias, así como la conservación hasta muy avanzado el siglo XX de tradiciones con una gran personalidad que solo se dan en Prádena”, explica.

Un ejemplo son los prados de Pascua, antiquísima costumbre que aún hoy se filtra en las fiestas locales y por la cual todos los vecinos podían acceder a determinados huertos comunales un día al año. “En Semana Santa, se merendaba cada día en un prado diferente arrendado por el municipio a algún vecino, la tradición dictaba que ese día se podía entrar y hacer de todo, pero que tenía que haber un baile o el derecho se perdía”, cuenta Besa, que ha entrevistado a una veintena de vecinos a la caza de anécdotas.

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Pero como decíamos el protagonismo de la obra está en las cerca de 200 fotos seleccionadas y aportadas por los vecinos. Familias en las meriendas camperas, comparsas de carnavales, calderetadas con las que se rubricaban los acuerdos anuales de las cofradías. No podían faltar las de pastores, algunas fotos de las cuales se remontan a la primera década del siglo veinte, lo que da pie a un capítulo entero dedicado a preservar los recuerdos de pastores que hasta los sesenta viajaban, a menudo a pie, desde las montañas palentinas a las vegas de Ciudad Real.

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En la edición dedicada a Prádena se ha recuperado una de las fotos más antiguas desde que en 2014 la Diputación empezó esta recopilación. Se trata del colegio de las “niñas” de 1916, foto grupal a la que alguien, años más tarde, añadió los nombres o apodos de las 46 alumnas: Felisa “Gorrinera”, Paca “Hojalatera”, Manuela “Chiva”, Pepa “Feligata”… También una fotografía de la única vez que los mozos celebraron el paloteo con “enagüillas” o, también, imágenes de las cintas, tradición que en los sesenta sustituyó a la de los gallos, la de arrancar pollos vivos de una maroma en los días previos a Carnaval. El redescubrimiento de la cueva Los Enebralejos en 1932, las becerradas de San Juan, recetas de la caldereta “a la normativa”. En suma, Prádena, Una mirada al Ayer, es un recorrido por la vida cotidiana de los “pelangutos” del siglo XX.

Fotos. Superior, portada del libro, diseñado por Sara Martín. Foto de la escuela de las chicas de Prádena en 1916, una de las más antiguas recuperadas por Una Mirada al Ayer y aportada por José Luis Municio. Sobre estas líneas, aspecto de una cuadrilla carnavalera de quintos camino de las cintas, en los años 60, foto aportada por Lorenzo Sanz.
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Author: Cultura

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2 Comments

  1. El bosque según el redactor “hoy de pinos, ayer de robles, sabinas y acebales”, en estas Tierras, será hoy y siempre de enebros y no de sabinas. Seguro que no ha escrito esta noticia quien aparece como ‘coordinador de la misma’ (muy concienciado con el tema). Ahí tienen ustedes, en Prádena, sin ir más lejos, la Cueva de los ‘Enebralejos’. Sin extenderme más, el ‘Juniperus thurifera’ (nombre científico y válido para cualquier lengua) siempre se ha conocido en esta zona y en nuestra provincia como ‘enebro’. la denominación ‘sabina’ queda para otros lares (cercanos, como Soria, pero no aqui).
    Citas: ‘Diccionario de Etnobotánica Segoviana’ de Emilio Blanco Castro: “[…] El nombre de SABINA, que se viene usando e imponiendo cada vez más, no tiene una base tradicional, su nombre fue siempre ENEBRO en Segovia […]”; o el profesor Juan Manuel Santamaría en sus escritos forestales de Segovia. Por desgracia administración y muchos periodistas ayudan a tal confusión. Caso similar ‘Sabinar de Hornuez’ en cartelería oficial. La Virgen de Hornuez, siempre se apareció en un enebro… parece que estamos en tiempo de cambios y la tradición, que no los errores, han de cambiar -?-

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  2. Efectivamente tiene usted, señor ‘Lector’, toda la razón. En estos mismos términos me he expresado en las ocasiones en que he podido hacerlo. Esta misma mañana, viernes 1 de julio, lo comenté con Juan Manuel Santamaría, a quien hace usted referencia, con el que pude departir unos minutos.
    Un saludo del ‘coordinador’.

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