El Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León ha confirmado la sentencia de doce años contra J.A.T.M. al que la Audiencia de Segovia encontró culpable en primera instancia de un delito de abuso sexual continuado contra una menor residente en Segovia. Asimismo el condenado deberá cumplir libertad vigilada por plazo de 10 años y asistencia a programas de educación sexual, e inhabilitación para cualquier profesión que suponga contacto con menores durante un tiempo superior en 5 años a la pena de prisión que se le impone. Por último, deberá indemnizar a la menor con 20.000€.
Los hechos juzgados se produjeron entre 2011 y 2017, cuando la menor tenía entre 9 y 13 años y el hombre contaba entre 66 y 70 años. En 2011 la madre de la menor se trasladó con sus hijos al domicilio del condenado, en Valsaín. A partir de aquí se inicia una pesadilla para la menor. Asaltos a la intimidad, vejaciones y una situación que se repite: aprovechando que la niña estaba sola en casa, el condenado procedía a realizar diversos tocamientos, se extraía el pene y se masturbaba ante la niña mientras decía “déjate enseñar, lo vas a pasar bien, no te preocupes que no es nada malo”, repitiendo estos hechos durante dos años de forma habitual, hasta que la menor cumplió doce años de edad. Estos abusos fueron subiendo de intensidad hasta llegar a obligar a la menor a practicarle sexo oral y a masturbarle, según explica la sentencia.
En abril de 2017 la víctima empezó a ser tratada en el Antonio Machado de Segovia por graves trastornos psicológicos de carácter alimenticio con seria pérdida de peso, así como patología depresiva, pérdida de sueño y autolesiones. Y en julio llegaba la denuncia de la madre.
El caso presentaba la dificultad de tratarse de la mera confrontación de testimonios. La menor sosteniendo una versión detallada y libre de contradicciones, y el acusado negando tajantamente los hechos. Cabe decir que el condenado había vivido hasta entonces sin el menor problema con la justicia, muy al contrario, la sentencia lo caracteriza como persona de acreditada estabilidad familiar, social y económica-, que nunca había tenido un comportamiento o inclinación sexual sospechosa, según explicaron testimonios de la defensa. Se da la circunstancia, además, de que la madre de la menor y el condenado habrían puesto fin a su relación dos semanas antes de la presentación de la denuncia, tras un profundo desencuentro motivado porque los hijos del condenado sorprendieron a la mujer hurtando dinero de uno de ellos, lo que permitió a la defensa argumentar que las acusaciones de abuso de la menor encubrían una suerte de chantaje.
Una grabación incriminatoria
Sin embargo, ya la Audiencia de Segovia apreciaba en su sentencia “pruebas periféricas” que avalaban la versión de la víctima. Y es que además del testimonio “contundente, coherente y sin fisuras” de la niña, el juez valoró también la sintomatología clínica de la menor coincidente con casos similares, así como la existencia de una grabación altamente incriminatoria.
Así el juez considera especialmente relevantes datos como la descripción que hizo la menor a su madre de peculiaridades de las partes íntimas del condenado (un lunar), pero muy especialmente la existencia de una grabación, que la defensa intentó desacreditar sugiriendo que estaba provocada por la madre o el hermano de la menor, pero con independencia de lo cual el juez considera que corrobora una turbia relación “inducida o consentida” del condenado con la menor.
En la grabación el condenado vertía comentarios inapropiados del tenor de “si no he llegado a metértela ha sido por miedo a hacerte daño” o“a mí me hubiera encantado metértela”, entre otras. Así como la ausencia de negación ante afirmaciones de la menor. Una prueba altamente incriminatoria, cuya nulidad solicitó sin éxito la defensa, y que impulsó al juez a considerar que los hechos juzgados “existieron en la forma y manera que han sido narrados por la pequeña que los padeció”.
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