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Tasas universitarias contra la clase media

cuestaestudiarNo hay que dejar pasar oportunidades como la publicación ayer del coste de la matriculación en la universidad pública de Segovia para denunciarlo. Pagar entre 1.200€ y 2.000€ para matricularse en un curso es desvirtuar el concepto más laxo que se pueda tener de “lo público“.

Soy un modesto profesor asociado de publicidad. Cada año les cuento a los alumnos que en mis tiempos, allá a finales de los 80, servidor se plantaba en secretaría, abonaba 60€ y listos. Abren los ojos como platos. Cuando en la primera década del siglo las tasas empezaron a dispararse no me pareció del todo mal. Después de todo, los buenos alumnos no tienen demasiados problemas en recuperar el coste de la matriculación vía beca, y para los no tan buenos pagar “algo más de 60€”, era una manera de decirles, ojo esto sale del sudor de mucha gente, del bolsillo de muchos contribuyentes.

Familias en el paro, anemía endémica del mercado labora, recortes… El caso es que hemos llegado a unos límites que resultan disuasivos, especialmente con caídas de las rentas familiares del orden del 30% a partir de 2009. Alumnos buenos -buenos de verdad- simplemente no se lo pueden permitir. Otros intentan sobrevivir como pueden en trabajillos (reparte flyers, ponen copas los jueves, buscan becas formativas donde las condiciones laborales no sean exactamente de semiesclavitud).

El sistema de becas habilitado, además, es en realidad un “adelantar” al Estado parte del coste matriculativo que, dándose bien, luego te devuelve parcialmente el importe desembolsado. Cuando en casa ingresan mil pavos al mes, adelantar mil trescientos es mucho adelantar. Por no hablar de cortapisas frustrantes, como introducir el baremo del valor catastral de las viviendas como factor restrictivo para acceder a las becas gordas (valor catastral que el Estado actualiza cuando el mercado imnobiliario pita y lo deja en lo alto cuando se desmorona). Total, que cuando para acceder a un servicio público como la formación superior el dinero es un condicionante que dice que sí o dice que no simplemente se está quebrando el estado social.

Ciertamente la universidad da para mucho. No son pocos los problemas que arrastra. Antiguamente eran unos estudios de élite que, en la práctica, devenían un factor de preservación de la oligarquía. A partir de los 60 en algunos sistemas educativos se primó la Formación Profesional y de especialización intermedia, dejando la universidad solo para alumnos top. En otros, España entre ellos, se apostó por la popularización. Tasas semi-gratuitas, lo que aunado a la endémica falta de empleo juvenil, y a una política expansiva de apertura de nuevos centros, hizo que en dos generaciones la titulación universitaria se convirtiera en “normal”.

Está claro que todo comporta ventajas e inconvenientes. En el primer modelo, el de la universidad elitista, los estudios superiores son mejores. Las ayudas y becas para estudiantes brillantes suelen ser “de verdad”, pero la universidad se termina convirtiendo en un filtro social por cuanto los ricos no tienen problemas en pagar universidades privadas. En el segundo, la calidad educativa se resiente de la masificación pero el acceso al conocimiento no se convierte en una frontera social y la universidad actúa como un factor de igualdad social que me parece cosustancial con el modelo social al que aspiro.

Mayo de 2016. Intento no perderme ni una de las ceremonias de graduación de mis alumnos. Carrozón que empiezo a ser, hago contenidos (¡eso pienso!) comentarios sobre la elegancia de mis alumnas, bromeo con el de las rastas que para desesperación de sus progenitores va con las rastas, sí, pero también pajarita y el pantalón planchado. Escucho los parlamentos de los padrinos y madrinas, que para la ocasión intentan (y suelen conseguir) dejarnos elocuentes testimonios de sabiduría. La emoción contenida de chavales que han sido como hermanos durante cuatro años y que se saben al final de un ciclo vital memorable.

Pero siempre termino recorriendo las caras de los padres. Abnegada clase media española, oficinistas machacados por 20 años de arbitrariedades, autónomos con la espalda molida, obreros, funcionarios, limpiasuelos… La misma cara de embeleso contemplando a sus retoños enfundarse la orla gris plomo de Ciencias de la Comunicación… Hay un megatón de energía en forma de amor filial en las bocas semiabiertas de los padres. Y me fijo en la “ecuatoriana” de la clase. Una chica bajita, muy espabilada, de aires andinos. Ha venido con toda una legión de parientes, incluso alguna abuela a la que con mucho sacrificio se le ha pagado el vuelo para cruzar el Atlántico. Parece una boda gitana y no paran de hacer fotos. Es la primera licenciada de la familia. 1.300€ por curso y sobre 150€ al mes para pagarse una cama, viajes, un café (comida menos, mamá  le llena una maleta de tupers de arroz y pollo cada quince días). Están que se salen. Eufóricos. Lo mejor es que con la hija egresada (el repelente cultismo que usamos para los que terminan), tal vez el pequeño pueda también licenciarse cuando acabe la secundaria. Espero estar a la altura el curso que viene.

Padresuniversidad

Padres tomando fotos en la graduación de publicidad y RP 2016.

Author: Luis Besa

Luis Besa. Periodista,

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1 Comment

  1. Antes, era antes Luis. Ahora hay que pagar a muchos… muchos políticos (estatales, autonómicos y mediopensionistas) para que se enroquen en comisiones y discusiones sobre la mejor ley de educación que, al final, no valen ni para lo que usted sabe, y seguro piensa. Cuántos más aborregado y ‘nini’ el personal mejor para la urna de los unos y, visto lo visto, de los otros. Confiemos don Luis en la juventud, nos acordaremos del dicio: siempre que llueve escampa.

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