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Pedro Vicente: Un sondeo que tiende una cortina de humo

Redifusión autorizada por el autor del blog Abriendo el compás, del periodista Pedro Vicente. Análisis de la actualidad política en Castilla y León.

Ya se ha ocupado de subrayar “El topillo” que el sondeo sobre las próximas elecciones autonómicas realizado por el CIS de Tezanos, lejos de aportar luz sobre lo que pueda suceder el próximo 26-M, no hace otra cosa que generar confusión. Sus proyecciones en cuanto a intención de voto no resultan creíbles desde el momento en el que las encuestas de campo se realizaron antes de las elecciones generales, cuyos resultados no guardan una mínima concordancia con aquellas.

Una cosa es que, gracias a la movilización del electorado de izquierda y al fraccionamiento de la derecha, el PSOE sido la fuerza política más votada en Castilla y León, y otra cosa muy diferente que el pasado 29 de abril Castilla y León amaneciera con una mayoría de izquierda. Para nada. El porcentaje de voto socialista (29,78 por ciento) sumado al de Unidas Podemos (10,39) arroja un total del 40,17 por ciento, superior en tan solo 1,5 puntos al que sumaron ambas fuerzas en las generales de 2016.

Por su parte, las tres derechas, PP, C´s y Vox congregaron el 57,25 por ciento de los votos, 17 puntos por encima del porcentaje alcanzado por la izquierda (PP, 26,05%; C´s, 18,9; Vox, 12.3). Por eso no resulta creíble el sondeo autonómico del CIS, que otorga un 48 por ciento a la izquierda (PSOE+Podemos+IU) y un 48,1 a la suma de las tres derechas. A partir de ahí, resulta absolutamente quimérico pensar que en las próximas elecciones autonómicas la izquierda va a sumar por sí misma en Castilla y León mayoría para gobernar, máxime cuando además comparece fraccionada en tres opciones al presentarse por separado Podemos e IU. De forma que, aunque no haya sido deliberadamente, el sondeo del CIS ha hecho las veces de una cortina de humo.

Así las cosas, estamos en el mismo escenario examinado aquí semanas anteriores. Ciudadanos tendrá a partir de junio la llave de la Junta de Castilla y León, pudiendo formar alternativamente gobierno de coalición bien con el PSOE de Luis Tudanca o con el PP de Alfonso Fernández Mañueco, persistiendo la duda aritmética de si para lo segundo sería necesario el apoyo de Vox. Mi pronóstico sobre la intención que a mantienen a priori el partido naranja y su candidato a la presidencia de la Junta, Francisco Igea, es sobradamente conocido, pero como ni uno ni otro la van a desvelar explícitamente durante la campaña, la incertidumbre seguirá abierta.

También es verdad que a partir del 27 de mayo la Junta no va a ser lo único que estará sobre la mesa de negociación. Lo previsible es que en ninguno de los principales ayuntamientos de Castilla y León existas mayoría absolutas -en 2015 el de Soria constituyó la única excepción- y que el fraccionamiento de la derecha acabe asimismo con la hegemonía del PP en las Diputaciones provinciales.

La cantidad de cromos políticos para intercambiar da para completar varios álbumes. Y ahí está por ver si Ciudadanos apuesta por un socio único para todo el paquete o aplica su particular “geometría variable” de compartir el reparto de poder municipal provincial en unos sitios con el PP y con el PSOE, exigiendo en su caso determinadas alcaldías y presidencias de Diputación sin ser la fuerza más votada. (El principio de que gobierne la fuerza más votada ha pasado a la historia desde el punto y hora en el que PP el y Ciudadanos pactaron en Andalucía contra el PSOE de Susana Díaz).

Con este panorama, el presidente “pato cojo” del gobierno zombi, Juan Vicente Herrera, ha decidido entrar en campaña, tratando de echar una mano, no a Mañueco, al que no ha hecho otra cosa que perjudicar en todo lo que le ha sido posible, sino a los fieles a su figura que tratan de sobrevivir en estas elecciones municipales y autonómicas. El otro día se dejó caer por Palencia, donde vuelve a encabezar la lista autonómica Carlos Fernández Carriedo, ya saben ese eterno chico-bien-mandado-que-igual-sirve-para-un-roto-que-para-un-descosido, y que apura su tercera etapa en la Junta como consejero de Empleo del gobierno zombi.

No se le espera en Zamora -donde, qué casualidad, ha reaparecido Mariano Rajoy apoyando a los candidatos de Fernando Martínez Maillo– ni en Salamanca, Segovia, y Soria, bastiones del mañuequismo. Por el contrario, apuesten a que aparecerá por León y Valladolid, intentando insuflar ánimos a sus fieles Antonio Silván y Pilar del Olmo, esta última conducida a la boca del lobo de la mano del vicepresidente de la Junta y número dos de su candidatura, el cenizo José Antonio Santiago-Juárez.

Y si presidente “pato cojo” de la Junta protagoniza algún acto en Burgos no será por apoyar a los compadres Javier Lacalle y Ángel Ibáñez, ambos alineados con Mañueco, sino porque no le quede más remedio que comparecer en la provincia por la que ha sido procurador de las Cortes durante los últimos 24 años. Da lo mismo. El supuesto tirón electoral de Herrera es una leyenda urbana similar a la de su bonhomía personal. Basta cotejar los resultados electorales del PP de Burgos en todas las elecciones generales y autonómicas celebradas en lo que va de siglo para comprobarlo. Prueben a compararlos por ejemplo con los del PP de Salamanca y verán que ni siquiera en su tierra ha conseguido ser profeta electoral.

El Blog de Pedro Vicente

Author: Opinion

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