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Ni con Europa ni sin Europa

Una queja que me subleva es escuchar a un padre mortificado porque su hijo, un chico de una pieza, con carrera, de los que no dan disgustos, se ha tenido que ir a buscar las habichuelas al quinto pino.  “Mierda de gobierno”, masculla el progenitor.  Porque esta es otra, tendemos a culpar al país de nuestros problemas personales.

Intento ver las cosas por el lado bueno. Si el hijo cursó Administración de Empresas, inglés, un máster de esto y lo otro, si el sueño de todo chaval es ganarse un buen dinero en algo lustroso, ¿acaso pretendía el padre encontrarle curro en Cogeces? Hombre, no en Cogeces no. Yo me conformaba con tenerle en Madrid, dice. Lleva razón. Los padres buscamos la proximidad de los hijos, y a efectos prácticos, mejor Madrid que Duserldorf. Pero claro, eso es una manera muy segoviana de verlo. Después de todo, Madrid no, pero el que tiene al chico en Valencia o Barcelona le cuesta casi más la visita que el que lo tiene en Holanda.

También está el caso del que se fue a una ciudad de medio pelo de Inglaterra, cambiando pañales a abuelas racistas por la mitad de lo que marca el convenio. Y a sufrir.

Tercer caso, el del padre feliz y contento por tener al hijo labrándose un porvenir en  Jurbaukas, Lituania. Que los hay,  y no pocos. Si tiran del hilo verán que en los tiempos de la rebeldía el chaval daba más disgustos que el PP valenciano. ¡Menuda roña de hijo! No valía para nada. Al final, los padres lo que queremos es que los hijos “salgan bien”. Es preferible tenerlo en Jurbaukas, que con 28 años tirados en el sofá, apostando on line el lunes a las 13:30. Que tampoco faltan.

Pienso que, en líneas generales, que los chicos de ahora tengan la posibilidad de emigrar es mejor que que no la tengan. Que se lo pregunten a los pobres sirios.

Y eso que Europa está hecha unos zorros. UK quiere irse. En Alemania salen elegidos unos políticos con unas corbatas horrorosas. Tenemos a un montón de países desconcertantes, de estos que solo aparecen en la tele para ponernos un cero en Eurovisión, con unos políticos estrafalarios que dejan en duquesa a Ada Colau. Pensar que no hace tanto porfiaban por esquivar a los rusos y sacarse un estatus de refugiado ni que fuera en Cáceres. Míralos ahora poniendo fronteras y clamando por un nacionalismo racial.  Vaya pájaros.

(Claro que una cosa es tener a un millón de desgraciados en Turquía, y otra bien distinta en Palazuelos de Eresma).

¿Por qué estamos tan enfadados con Europa? Por un lado se denuncia la inacción. Es verdad, como no hay un gobierno directo la dirección de la UE se encomienda a una “diputación” de presidentes, cada uno de los cuales solo piensa en las elecciones que tiene el año que viene.  Y ahí andan, gastando la pasta del contribuyente en noches en vela de las que salen acuerdos del chichinabo. Miren lo de los refugiados, dos días discutiendo para llegar a la solución de “que se encarguen los turcos”. Les pasamos una pasta y que arreglen el problema. Para eso haber tirado de Skype, la verdad.

Pero claro, la solución, desplazar soberanía real  y dinero real a Europa, más Europa, se hace difícil de tragar. ¿Aceptarían de buen gusto que un populista eslavo, un italiano fornicador a lo Berlusconni o un griego fumao y con rastas rigiera nuestros destinos? No sin un glups. Y se entiende, para nosotros Nadal es un crack; en París, poco menos que un yonqui.

Supongo que esto cambiará cuando el chaval de Jurbaukas se case con un maromo de Macedonia, el de Duserldorf con una etiope germano-sueca y  la  verdadera  identidad de nuestros nietos no sea Castilla, sino Europa. Y sí, no será lo mismo. Cuando les veamos –de Pascuas a Ramos- nos dirigiremos a ellos en el más castizo comanche: “abuello llevar tu pizza allí comer”. De ir a misa con la abuela ni hablamos. Pero véanlo por el lado bueno: habremos acabado con la figura de la consuegra, ese ser horrible con el que comemos pastelitos no menos de cuatro veces al año.

Entre tanto pienso que Europa no solucionará nuestros problemas, pero No-Europa, menos.

Author: Luis Besa

Luis Besa. Periodista,

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