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Macronismo

Enmanuel Macron, recientemente elegido presidente de la República francesa, se ha convertido con sólo 40 años en uno de los principales referentes políticos del mundo. El de Amiens no deja indiferente a nadie. Tiene grandes detractores y muchos seguidores que ven en él la principal referencia para regenerar y recuperar la idea de una Europa grande. Se da la circunstancia que Macron fue el ministro de Economía del anterior presidente de Francia, Francois Hollande, que llevó a cabo los recortes y reformas que demonizaron al Partido Socialista Francés (PSF) y al propio Hollande. A pesar de ello, ha ganado las elecciones con casi nueve millones de votos, tanto de centro izquierda como de centro derecha. Para ello contó con su mejor aliada como contrincante, la candidata de la derecha radical, la señora Le Pen. Lo que no resta méritos a este joven político y al que se conoce como su nueva corriente de pensamiento y acción, “el macronismo”.

Macron ha creado su propio movimiento político, ¡En Marche! Ha huido del “partido” como medio instrumental de participación. Con este movimiento ha pretendido salir de los marcos políticos tradicionales y presentarse como una organización transversal, que se contrapone al tradicional dualismo izquierda-derecha. Sustituye la dualidad anterior por la diferenciación entre progresistas y conservadores. Él apuesta por un proyecto progresista que engloba el centro-izquierda, el centro y los socioliberales. Macron fue militante del PSF entre 2006 y 2009.

En un corto periodo de tiempo, Macron ha ganado las elecciones presidenciales y las legislativas con una amplia mayoría que le va a permitir abordar sin grandes problemas su programa reformista: liberal en lo económico y progresista en lo social. Su discurso económico es reformista e innovador. Apuesta por que Francia siga liderando la innovación y la productividad de su economía. Los franceses son líderes en importantes sectores de actividad económica: aeroespacial, moda, ferrocarril… Su gran dificultad estriba es reducir el proteccionismo y el gran peso del Estado en determinados sectores y medios, como es el caso del medio rural.

En un momento en el que euroescepticismo y el repliegue nacional de los estados europeos hacia regímenes autoritarios -como es el caso de los países del Este- están en auge, el hecho de que Macron sitúe en el centro de su agenda política a Europa es, sin duda, una manifestación de valentía y de liderazgo. Europa necesita un nuevo liderazgo que renueve el rancio concepto europeo de la Sra. Merkel. Un liderazgo que ilusione y se construya día a día, permitiendo reforzar los derechos y libertades individuales, el progreso social y la cohesión y refuerzo de las clases medias. Y que a su vez de respuesta al problema de desigualdad, al equilibrio de medio ambiente y a la seguridad nacional, en especial a los casos de terrorismo. Macron es posiblemente el único líder europeo, en el momento actual, capaz de asumir estas premisas, asentadas sobre los valores que definen el europeísmo: libertad, democracia, solidaridad y justicia social. Pero necesitará el apoyo y colaboración de otros líderes europeos lo más progresistas y realistas posibles -quedan pocos-, e ir mano a mano con Merkel, a pesar de su muchas limitaciones, consecuencia de su historia y posicionamiento ideológico. Alemania es Alemania, y no se puede prescindir de la locomotora de cabecera para tirar de Europa.

¿Cómo se puede impulsar Europa y reforzar la zona euro? En una reciente entrevista con diferentes medios de comunicación europeos, Macron enunció la necesidad de impulsar la unión política de los pueblos europeos. Para ello apuesta por recuperar el vínculo perdido con los ciudadanos y protegerlos en una Europa de destino común en el que mejore la cohesión social. A tal fin pretende impulsar una mayor integración de la eurozona, dotándola de un presupuesto y un gobierno. En definitiva, fortalecer la economía y un mejor bienestar social y económico.

Macron es el único líder europeo que quiere convencer y hacer soñar a los europeos. Su receta es denostar a los demagogos, no adular a los votantes y reclamar su inteligencia. Una especie que no abunda en el panorama político europeo, en el que los populismos, los nacionalismos y los políticos oportunistas hacen que los árboles no les dejen ver el bosque. El proyecto contempla otros aspectos que le dan un carácter integral: la protección frente a los desajustes de la globalización; las políticas migratorias y una política común y solidaria de fronteras; la política de seguridad común y defensa para hacer frente al terrorismo; el Brexit y la cooperación entre estados. Un proyecto para Europa que, al menos, enuncia y no se puede desestimar. Puede ser un revulsivo para que Europa pueda recuperar el pulso del crecimiento, la creación de empleo de calidad, la cohesión social y el equilibrio medioambiental. De esperanza también se vive y mucho cuando apenas hay referentes para encontrarla. Confiemos en que Macron no sea un fiasco y Europa recupere los bríos con los que un día llegamos a soñar.

Author: Redacción

Acueducto2. Noticias y actualidad de Segovia.

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4 Comments

  1. El señor Gordo, en una de las semanas más difíciles de su “carrera” política, dedica un artículo a Macron. Y hace una descripción de su trayectoria (un neoliberal en un gobierno socialista que hace políticas de derechas y traiciona a la clase obrera) para acabar alabándole porque, según él, impide la entrada de los “enemigos”. Entre esos enemigos, sin duda, está la verdadera izquierda, la que defiende los intereses de los trabajadores y trabajadoras, la que lucha por la igualdad, la que defiende lo público.
    El señor Gordo hace tiempo que no sabe lo que es la izquieda, si es que alguna vez lo supo. Siempre fue un defensor del libre mercado y por supuesto, de su “puesto” (que es lo importante).
    A lo mejor, con este artículo, el señor Gordo nos quiere decir que se va a ir del PSOE (porque ya no le vale después de su traición) y se va a hacer su propio partido macroniano para defender los intereses de….sus intereses. Hágalo usted señor Gordo, sería una buena forma de acabar su carrera, baile usted un Valls francés.

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    • Es que estos Franceses (y Francesas) se han vuelto locos (y locas). Mira que dar mayoría absolutísima a un “neoliberal en un gobierno socialista que hace políticas de derechas y traiciona a la clase obrera”. Parece ser que la “clase obrera” en Francia está ahora traicionada. Va a resultar, que con la “verdadera izquierda”, con el socialista Hollande la “clase obrera” estaba encantada de la vida, y ahora el resto de Franceses (o Francesas) se han confabulado contra la “clase obrera” para putearles, votando en masa a Macron.
      Que aburrimiento de “izquierda”, Rosalía.
      Nunca estáis a gusto con nada. Nunca nada os parece lo suficiente “de izquierdas”. Tenéis tal empanada mental, que así os va (y nos va).
      ¿Cuál es tu modelo de País que sea suficientemente “de izquierdas” donde la “clase obrera” no esté traicionada, Rosalía?, porque se supone que tendrás alguno, ¿no?
      ¿En que País que exista físicamente estarías en la gloria de la “verdadera izquierda”? ¿Venezuela?, ¿Corea del Norte?, ¿Cuba?, ¿Grecia, con vuestros “coleguillas” podemitas?
      Ilústranos con tu sabiduría podemita de la “verdadera izquierda”, Rosalía.

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      • ¿A usted le pagan por decir gilipolleces en cada comentario, de lo que sea, en este periódico y poder sacar la palabra ‘podemita’? ¿o le viene de serie?

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        • Si. Tengo el mejor trabajo del mundo. Y no se me da mal, ja, ja, ja. Mira un ejemplo.
          Es incluso mejor que el de los podemitas del Congreso de los Diputados, que les pagan por hacer las gilipolleces y montar espectáculos circenses.
          ¿Has visto?, he dicho gilipolleces y con la palabra podemitas. Fácil.
          ¿Qué si me viene de serie? Pues no. Nací con el “pack” normalito. Las gilipolleces las empecé a decir desde la llegada de los podemitas, esos seres inmaculados a los que las cosas de los otros les parecen gilipolleces.
          ¿Alguna inquietud más, Juan Pedro?
          Y di algo a Rosalía, hombre, que también dice unas cuantas gilipolleces.

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