Un buen día, los olmos -las frondosas olmas de 20 metros que antaño daban sombra a las carreteras y plazas castellanas- desaparecieron. Sus ramas se secaban e indefectiblemente los olmos entraban en un invierno interminable. La epidemia de la grafiosis empezó en los años 70. Un pequeño escarabajo parásito de los olmos propagaba un hongo letal procedente de Asia. Las dos especies más comunes en España, el Ulmus minor (el olmo ibérico) y el Ulmus laevis (el olmo blanco), entraron en un declive imparable hasta su práctica extinción, tal como ha pasado en toda Europa.
Pero las cosas podrían esta a punto de cambiar. En Palazuelos de Eresma, en los trabajos de encauzamiento del Arroyo de la Vega, el ayuntamiento ha plantado una decena de olmos blancos e ibéricos. Es un programa del ministerio de Agricultura y Medio Ambiente que pretende recuperar las olmedas.
“Llevamos trabajando en esto 30 años -explica el subdirector general de Silvicultura y Montes del MAGRAMA, José Manuel Jacotot-. En 1986 hizo un convenio con la universidad Politécnica de Madrid para conseguir genotipos resistentes a la grafiosis. Se detectaban olmos sanos, se plantaban cepas clónicas y se las infectaba, el que aguantaba se volvía a a infectar, así hasta conseguir especímenes resistentes, que hemos patentado a nivel internacional”.
Del Quitapesares al mundo
Una vez obtenidos especímenes resistentes a la grafiosis, el plan pasa por repoblar. “Para ello ofrecemos gratuitamente ejemplares resistentes, en Segovia son ya varios los municipios que han entrado en el plan”, dice Jacotot. Es lo que han hecho en Palazuelos con ejemplares procedentes del Centro Nacional de Recursos Genéticos Forestales Valsaín (ubicado en las orillas del Pontón Alto), si bien la punta de lanza de la recuperación de la olmeda se ha dirigido desde el centro de Puerta de Hierro, en Madrid.
Especial interés local tiene la historia del Ulmus laevis, el blanco, que a diferencia de su hermano el ibérico, tiene todavía un menor grado de resistencia a la grafiosis, estando prácticamente extinto en estado silvestre. Tanto es así que cuando con motivo del desarrollo urbanístico de Quitapesares colectivos ecologistas alertaron de la existencia de ejemplares sanos de olmo blanco en la zona, desde La Granja se procedió a rescatar plantones de los “supervivientes”. Actualmente, de aquella cepa iniciada en 2011 hay 336 individuos pertenecientes a 65 familias diferentes.
El olmo no da leña buena ni tiene otro uso que la belleza, árbol de mucho cuajo, frondoso, gusta de las riberas pero crece sin mayor problema en toda la península. En Palazuelos confían que en cosa de 10 años el arroyo dispondrá de una bonita olmeda, pionera en la recuperación de esta especie en el planeta.
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