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Las últimas letras de la hipoteca

Tengo un amigo —53 años, doctor en los suyo pero despedido hace cuatro años de su trabajo de toda la vida y ahora autónomo “reinventado” de los que trabajan doce horas para lograr, sólo y a duras penas, mantenerse al día con la Seguridad Social y Hacienda mientras en su casa parece haberse parado el tiempo por falta de dinero para actualizar nada— que en medio de la miseria disimulada en la que vive se aferra a trucos para seguir tratando de ver la vida en color.

El tío está embarcado en una hipoteca que le quita los tres duros que le quedan cada mes de esas de 25 años y hace poco pagó la letra 200, algo que él quiere creer que significa que ha entrado en la recta final. “Sólo me quedan 100”, me dijo en mayo, “99”, al siguiente, “98”, en julio… Y así va el hombre, restando, esperanzado en que pasen rápido los meses para llegar al día en el que pueda olvidar los temores al secretario judicial y pueda utilizar en otra cosa esa pasta que le quita la vida a sí mismo y su familia.

Aparte de que estoy muy cabreado por el desprecio que el mercado laboral y las autoridades de Empleo muestran por los cincuentones —preparados, con experiencia, familia y sueños que se antojan inalcanzables— traigo a colación a mi amigo porque, salvando las distancias, que sus situaciones nada tienen que ver, me acuerdo de él cuando escucho al concejal de Hacienda, Alfonso Reguera, dando por hecho que las penalidades económicas impuestas al Consistorio por las nefastas gestiones de Gobiernos anteriores —gracias, Arahuetes, gracias Arranz, gracias Escobar. Que no se nos olvide ponerles una calle bien principal, mejor en vida q.d.g.m.a.— están liquidadas y el paraíso está al caer en forma de inversiones gigantescas y de todo tipo que no dudo que se anunciarán dentro de un año, cuando empiece la carrera electoral. Perdón, cuando se acaben las letras.

Reguera se olvida en su discurso de que este año, la primera en marzo, hay que soltar dos “letras” de 1,5 millones de euros cada una y que nadie garantiza que recuperar el parking de José Zorrilla no sea mucho más caro que la ya millonaria reserva que ha hecho el Ayuntamiento para ello. Recuerdo que en esto falta que hablen los jueces. Vamos, que aún quedan pagos de la hipoteca, por mucho (muchísimo, intolerable) que ya se haya pagado en los últimos años, que un día le hago la cuenta con pelos y señales para que nos horroricemos juntos.

El concejal no es muy distinto de mi amigo. Mientras resta letras cae en la cuenta de que no tiene dinero ni para tapar los baches y sólo se puede limitar a hacer “ñapas” de mantenimiento básico y a bajo coste de materiales y mano de obra.

Ya se habrá fijado usted que “el debate” entre los grupos municipales se ha centrado inmediatamente en dar nuevos destinos a una sola partida, la de las obras de terminación del edificio del Cat —los segovianos sabemos de buena mano lo que sentía aquel rey mirando al Escorial en obras— simplemente porque es la única que en esta economía de supervivencia puede cuestionarse como un dispendio de 700.000 euros porque en la situación actual suena como si mi amigo, con la nevera vacía, se planteara hacerse una casa en el campo.

Esto ya ocurrió el año pasado —entonces la partida del edificio del Cat era de 400.000 euros— y el resultado del acuerdo que tantas fotos le ha valido a la portavoz de Ciudadanos sirvió básicamente para cambiar dinero del edificio de la media cúpula por un parque con mobiliario y juegos accesibles y la promesa de acatar una moción, la de la auditoría de Urbanismo, que mire, aún tiene que ponerse en marcha si es que lo hace.

No hay mucho más donde rascar y la encrucijada es complicada para los gobernantes que concurrieron a las elecciones prometiendo que cuando acabara el mandato el edificio estaría acabado y funcionando y que al menos quieren cumplir lo primero para presentarse aseados a la próxima cita con las urnas pero que saben que tendrán que mover esa partida si quieren encontrar al menos un edil que se abstenga en la votación de las cuentas públicas.

Tampoco la oposición se vuelve loca en sus peticiones que aquí lo que hace falta tras años de atrasarlo esperando tiempos mejores es poner al día las tuberías, cambiar las bombillas y fijar las baldosas que se mueven o se han perdido, además de cumplir las leyes en materia de accesibilidad y esas van a ser las materias de negociación. Caramba, coincidiendo todos en estas ideas, con un poco de imaginación Reguera hasta podría lograr la unanimidad de todos los grupos. ¿Se imagina?

“Noventa, Fernando, me quedan noventa letras y luego ya verás” me decía mi amigo el otro día mientras íbamos a comprar un saco de cemento en una tienda que lo tenía en oferta esa semana.

Author: Fernando Sanjosé

Segovia (1967). Periodista.

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3 Comments

  1. El señor concejal ‘no es muy distinto a su amigo’,como ser humano, se supone. Salvo la sutil diferencia en el ‘restar letras’ que comenta usted. El señor concejal, resta letras de la buchaca del común, a diferencia de su amigo el cincuenton. Teniendo la fortuna de ser un ‘privilegiado’ (sí, privilegiado de una situación) de las hornadas prejubiladas (en la cincuentena de su amigo y con, casi toda seguridad sin letras de vivienda). Puede que aplicando la ingeniería financiera de cómo poner en almoneda una entidad financiera, soltanto personal a cuenta de los beneficios ‘de todos los segovianos’, en vez de seguir en el tajo fomentando créditos más baratos y accesibles al currito, cultura o deporte…, por ejemplo. Lleguen a prejubilarnos a todos y que se encarguen los fondos de inversión y todos los españoles de salvarnos el culo de las deudas a los segovianos.
    Por cierto el edil que les falta para votar los presupuestos de pagos de pellas, me da… ¿a que lo tienen ya? y con sueldo.

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  2. Me ha gustado su artículo, Sr. Sanjosé, salvando las tremendas distancias de todo tipo entre su amigo y el ínclito concejal del peculio público.
    Luquero no se ha metido en más deudas porque Montoro no le ha dejado (hartas veces lo ha contado en ruedas de prensa), pero para evitar que siga el rutinario victimismo municipal, le invito a que haga las cuentas con pelos y señales de todas las tropelías cometidas durante lustros, para que tod@s l@s segovian@s tengamos claro a meros efectos electorales para qué, quién y por cuánto nos metió en esas deudas. Sería un magnífico reportaje de investigación local, no cabe duda… igual nos llevamos algunas sorpresas.

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    • Eso se haría con la punta de una gorra, Builder. No lo harán. Ni este digital. Ni ninguno de los medios de comunicación o periodista de esta ciudad. Que entonces no entrar en reparto de ‘chuches’, por subvenciones o colocación en puesto de ‘jefecillos de gabinete’ para contar lo que quiera el ‘jefecillo político de turno’, cuando te quedas tirado por eres, eses, tes u otras formas sutiles de despido. Al tiempo que nos conocemos.

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