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Las Edades del Sinodal de Aguilafuente

Hasta el 5 de noviembre, la iglesia de Santa María de Aguilafuente (Segovia) acoge la muestra el Sinodal de Aguilafuente y la Primera Imprenta Española. La exposición está concebida como un complemento a Reconciliare, la edición cuellarana de las Edades del Hombre, y guarda con esta un aire de familia, consecuencia de que el diseño y el montaje han corrido a cargo del equipo habitual de las Edades. De hecho es la primera vez que la Fundación Edades del Hombre colabora para, en paralelo a la muestra de arte sacro, dar un aliciente comarcal “extra” con una suerte de “subsede”.  Eso sí, el concepto es el mismo. “De igual modo que Santa Teresa decía que Dios andaba entre los pucheros, también anda en la cultura”, explicaba el párroco de Santa María,  Jesús Torres: reforzar el aspecto cultural y patrimonial del cristianismo.

Y si ese es el objetivo de la parte religiosa, el objetivo de Aguilafuente es insistir en lo que no deja de ser un activo turístico-cultural de primer nivel,  el ser la protagonista del primer libro impreso en España, en la imprenta segoviana de Juan Parix, obrando de editor el obispo Arias Dávila, apenas dos décadas después de que Guntenberg pusiera a secar los papeles de su primera Biblia. Hablamos de 1472.

Han andado listos los aguiluchos, al ponerse a la estela de Reconciliare. El consistorio presidido por Jesús Ballesteros aporta el grueso del coste de la muestra (se habla de 40.000€, de los que 10.000 vienen de la Diputación) en tanto el comisariado de la exposición corre a cargo del aguilucho adoptivo, profesor de la especialidad en la Complutense y máximo experto en incunables (libros impresos entre 1453 y 1500), Fermín de los Reyes.

La exposición: lo que se ve y lo que no

Se ha habilitado  la iglesia como sala de exposiciones, con una suerte de pecera que separa la zona de culto de la parte expositiva. El resultado es digno de verse. Hay tres aspectos a destacar, por un lado los paneles informativos que hablan del tiempo de Juan Arias Dávila (quién era, cómo era la Castilla coetánea) y de los pormenores de la irrupción de la imprenta en Segovia y por ende en España (tipografías, papeles, tecnologías…). Junto a los paneles, obras de arte; hay tablas flamencas, una copia de Berruguete, cesiones del Museo de Segovia, incluso pintura contemporánea, todo concebido más como elemento decorativo. En tercer lugar, la imprenta y su producto, el incunable. Junto a reconstrucciones de una antigua imprenta de Gutemberg, cajas de tipista, material de fundición, incunables, los más de ellos procedentes de la propia biblioteca de la Complutense,  documentos históricos esenciales como la bula para la guerra de Granada o la Bula de Borja… ¿Y el Sinodal? Pues no está. Hay un faccsimil, hay enormes e interesantes plafones que nos adentran en sus características histórico-técnicas, pero la cosa emocional de acercarse al primer libro impreso en España no va a poder ser. Tampoco esta vez.

Miguel Ángel Barbado, responsable de Patrimonio del Cabildo, entidad propietaria del Sinodal de Aguilafuente, explica que “se tiene mucho miedo al deterioro que pueda sufrir el libro saliendo de la Catedral de Segovia. Hay que entender que es algo único, no podemos correr riesgos”, explica. Es un tema polémico sobre el que hay que volver. ¿Tenemos a buen recaudo todo un totem turístico cultural y no lo podemos rentabilizar? Francamente, con tamaña filosofía museística, ni el Louvre exhibiría la Gioconda, ni el Prado sus Velázquez. ¡Así es fácil ser conservador del patrimonio!

Dejémoslo para otro día. Queda la historia del libro. 48 páginas editadas para recordar a los disolutos curas de la diócesis de Segovia la necesidad de obrar con decoro y ajustados a la solemnidad del oficio. Un manual para ser cura en el siglo XV con una historia prodigiosa.

La aventura de un libro

Como recordaba (nadie mejor) Fermín de los Reyes en la explicación micro en ristre que se marcó en la inauguración, el Sacramental de Sevilla, la Etica y Política de Aristóteles de Barcelona… Durante siglos ambos libros (y algunos otros) se disputaron la vitola de primer libro impreso en España. En el siglo XVIII, con la ilustración, y cuando empieza a darse una aproximación científica a la edición, alguien advierte que el cronista Colmenares explicaba en 1637 que fue el alemán Juan Parix, por encargo del obispo de 28 años y gran bibliofilo Arias Dávila, quien alumbró el primer incunable, en 1472, un año antes que la fecha considerada como la introducción del invento de Gutenberg. Problema, ya podía decir misa Colmenares que el libro no aparecía. Había, eso sí, copias escritas. El Sinodal podía ser el libro impreso más antiguo, caso de haberse conservado. Pero claro, no es lo mismo. El título es el título.

Durante décadas se consideró perdido. Hasta que en 1930 el pundonoroso canónigo archivero de la catedral de Segovia, Cristino Valverde, va y lo encuentra junto a otro montón de libros polvorientos. El Sinodal siempre había estado allí. Empezó entonces otra odisea de reconocimiento. Sevilla, Barcelona, Valencia, se negaban a ceder la primacia cultural de “cuna del libro impreso español”, así sin más. Hasta los años 80 no quedó meridianamente zanjada la cuestión: Parix había sido el primero; Segovia el lugar de impresión; Aguilafuente, la protagonista.

“En la Villa de Aguilafuente, lugar de los venerables señores…” así empieza el Sinodal. El pueblo mola. No tiene suntuosos palacios pero sí esa fisonomía castellana, buenas casas solariegas, calles de adoquín y un paisaje armónioso, con la Sierra a un lado, la llanura al otro y los pinares por el medio. Además, hay cosas que ver. Conscientes de que tienen una ocasión de oro para posicionarse turísticamente, el ayuntamiento ha restaurado la sala museística dedicada al escultor aguilucho Florentino Trapero y potenciado su aula arqueológica, con la villa romana y la necrópolis visigoda de Santa Lucía, con horarios especiales en paralelo a El Sinodal de Aguilafuente y la Primera Imprenta Española. Vale la pena. Mucho.

Fotos. Inauguración de la exposición, con Jesús Ballesteros, alcalde de Aguilafuente. Fermín de los Reyes, el presidente de la Diputación de Segovia, Francisco Vázquez, entre otras autoridades. Reproducción de una imprenta de Guntember y del Sinodal. Aspecto de una de las salas. Espacio Museo Florentino Trapero, en el Ayuntamiento de Aguilafuente.

 

Author: Cultura

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