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La Sierra de Guadarrama en New York, 1916. El tren de la nieve (1)

La Sierra de Guadarrama en New York, 1916. El tren de la nieve (1).

Es indudable que las costumbres madrileñas, han cambiado de manera sorprendente […] la ciudad se cuadruplica y los puntos de reunión varían […] pero el ferrocarril primero y el automovilismo después, nos ha hecho más egoístas y el madrileño sale a buscar las delicias del campo, y los parajes de grandes horizontes y aquella sierra, llena de misterios y leyendas, fue poco a poco conquistada y hoy es centro de turismo de importancia grandísima […] turismo alpino […]”. ‘El Turismo y la Sierra de Guadarrama1919.

El texto anterior, recogido en un anuario del Club Alpino Español, editado al finalizar la segunda década del siglo XX, nos da pie para realizar esta entrada y da una idea del futuro que esperaba a la Sierra de Guadarrama.

Lucha de Titanes, A. Prats.

Comienza 2018, con año de nieves, en principio. A la espera de que también lo sea de bienes, hacemos un ‘Ministerio Montañero del Tiempo’ y nos trasladamos a 1916.

Por esos años, se publicaba una revista, cuya sede principal estaba en New York; su cabecera: Pictorial Review.

Interesante revista dedicada a la mujer y el hogar, en la que encontramos artículos de interés dedicados a la montaña, en concreto a la Sierra de Guadarrama (Ver Nota 1).

Nota 1: La ‘Pictorial Review.

Cabecera Pictorial Review 1916.

En la entrada dedicada al Refugio, ‘Siete Picos, construido por el Club Alpino Español en la loma del Telégrafo, dimos puntual información de dicha revista gráfica.

Su editor en New York: ‘The Pictorial Review Company’. Siendo su valedor en España, Isidoro F. de Mora (Conde de las Navas), y director de la publicación española Rómulo M. de Mora

Aprovechamos este año, en el que parece que el blanco elemento acompañará, para rememorar otras épocas.

De la revista indicada extraemos un texto, sin firma, que nos traslada a la manera de vivir el deporte invernal hace cien años, cuando grupos de jóvenes acudían a la estación de ferrocarril madrileña con destino Cercedilla.

Es el relato de la vivencia de uno de esos grupos, amantes de la montaña y la naturaleza en general, que se embarcaban en la aventura de llegar a dicha localidad serrana, a través del ferrocarril, para posteriormente, como sabemos por otros reportajes, comenzar la ‘odisea’ de ascender a pie en busca de los nevados paisajes del Guadarrama, donde patinar (ver ‘de Valladolid a Siete Picos’).

En ‘blases’ camino de la sierra, caricatura.

A veces, a lomos de los acreditados ‘blases’. Los típicos caballos del Guadarrama que más de una vez encontramos en los relatos serranos.
Animales de poca alzada, resistentes y acostumbrados a recorrer las trochas del pinar; ‘híbridos de jamelgo y cabra montés’, a decir de Juan de Contreras, Marqués de Lozoya.

Posteriormente, trataremos la situación, una década más tarde, cuando otro tren hará más fácil a los deportistas, y turistas en general, la llegada a cotas serranas más altas, perdiéndose, en parte, el misterio de las alturas: el ‘tren blanco’ del puerto de Navacerrada.

El tren de la nieve, 1916  (texto íntegro de la revista ‘Pictorial Review’, con interesante caricaturas):

“Madrugad, lectores, es uno de estos domingos invernizos; quitaos dos horas de sueño nada más y dad un paseo por las calles céntricas, o, aún mejor, por las que llevan á la Estación del Norte.

Plaza San Marcial y calle Bailén, Madrid.

Os brindo con ello un espectáculo que seguramente desconocéis, como lo desconocen tantos y tantos pseudo-cronistas, que no se hartan de repetir que al madrileño no le gusta el campo.

El tranvía nos deja en este amanecer en la plaza de San Marcial, camino de la Estación; ya en el trayecto hemos encontrado bulliciosas caravanas de jóvenes que bajan con ruidosa alegría, con la alegría del que goza de vida en toda su sana amplitud, que vive al aire libre, que ama el encanto de los pinares salvajes, y que da a sus sentidos el recreo de los encantadores panoramas serraniegos.

Son las siete y media. De la iglesia solitaria que se alza en una calleja silenciosa y humilde, salen cuatro encantadoras figulinas mujeriles. Las vocecitas cristalinas, el andar, demasiado vigoroso para ser femenil y lo extraño de su indumento, han traído la atención del transeúnte nocharniego.

Tras ellas, dos muchachotes recios, destocados, hacen sonar el pavimento al peso de sus ferrados zapatones. Van a la sierra, van a gozar la delicia de un día claro y soleado, corriendo por las nevadas laderas del Guadarrama, disfrutando del encanto de una libertad absoluta, recibiendo a pleno pulmón el beso del céfiro montaraz, que tiene, aun en plena invernada, silvestres aromas de tomillo y cantueso; céfiro montaraz, cernido en la espesura del pinar selvático, que enciende las mejillas de las lindas muñequitas madrileñas y pone en el rostro de los muchachos el cetrino color del hombre de campo.

Estación del Norte, Madrid.

Hemos llegado a la estación. Un rumor de muchedumbre sale de aquellas enormes salas, que encontráis atestadas de gente, de gente joven, sobre todo, que ríe y charla bulliciosamente.

Mirad ese grupo de chiquillas, tentadoramente preciosas: María Luisa, Carmina, Lucila, Marichu… Bajo la albura de una cofia holandesa, se escapa un chorro de cabellos rubios… Mirad cómo bajo ese casquete bretón se revuelven los negros rizos de una moruchita… Allá, aprisionados por airosa boina un torrente de pelo deja caer en dos chorros dos trenzas de oro… Junto a ella, una roja caperucita enmarca una cara de obsesionante divinidad…
Son las muchachitas del Club Alpino; en la gallardía de su pecho tiembla una flor, una insignia diminuta en que sobre un cielo muy azul destaca una montaña de nieve de bellísima silueta.

Máquina americana Compañía de los Ferrocarriles del Norte.

Ya estamos en el tren; amplios vagones modernos de una comodidad insuperable, aparecen formados en ringlera en espera de emprender su loco corretero en busca de la nieve del Guadarrama.

Ciento, doscientas, mil muchachas bonitas lleva consigo el monstruo; su resoplar queda apagado por la algarabía de tanta linda vocecita, de tanta risa de cristal… Las esbeltas figuras, graciosamente entalladas por el maillot de impecable blancura, muestras una estatuaria prodigiosa de las canéforas y de las prodigiosas doncellas eupátridas en el maravilloso friso partenoniano.

Estación de Cercedilla, 1916.

Hora y media aprisionado, este caudal de juventud y de belleza se desborda en la risueña estación de Cercedilla. Saltarinas, inquietas, con obsesionante locuacidad, blancas como pajaritas de la nieve, corren las muchachas camino del chalet del Alpino. Qué encanto el verlas tan interesadamente libres y por eso tan llenas de alegría. ¿quién las reconociera en la urbe cortesana, silenciosas y tristes, aprisionado el ruiseñor de su risa en la jaula de las conveniencias sociales?

Esquiadoras en burro.

Sois fiel imagen del agua que corre por las torrenteras serranas, bellas patinadoras: manso borboteo al brotar del manantial, bajo las ramas del helechal, entre el suave terciopelo de la alta pradera; tímidas vosotras bajo la mirada severa de la madre, o de la fingida seriedad de la miss o de la frauleim antipatiquísimas.

El agua va trenzando sus hebras y al caer monte abajo comienza a ser brío, plata y majestad; ya estáis juntas cuatro amiguitas, planeando la excursión dominguera, alegrándose el inquieto pajarillo de vuestro corazón al pensar en esas horas semanales de libertad y de sano y honesto esparcimiento.

Montañeros a las ‘alturas’; caricatura.

He aquí, cual en el agua, cómo el suspiro de la gota, el tembloreo fugaz, ya tiene murmullos, ya canta. En la torrentera, el agua corre ya bravía, impetuosa, esparciendo en los aires las armonías de su canción; así, vosotras, al deslizaros en los skis por las nevadas rampas de la Vaqueriza, o en los prados de las Guarramillas, alegres, reidoras, encendidas vuestras mejillas en dos claveles rojos por el beso del céfiro serraniego.

A la media tarde, los dos amplios comedores del Club Alpino hállanse repletos de socios. Las lindas muchachitas, nuestras amigas, siguen ofreciendo la nota de belleza y de alegría en este día vivido en plena Naturaleza. Es la hora del té, la hora de las confidencias, de los recuerdos, de las esperanzas. Florita cuenta a Maruja cuántas y cuántas veces la invitaron a bajar por la Vaqueriza los chicos del Club: Carlitos, Manolo, Fernando y Joaquinito. ¡Qué bien patinan! ¡Qué valientes son!

Esquiadores, tarjeta postal ‘Loty’.

Allá, entre los pinos, al pie de las bravas roquedas, al amparo del cielo tan azul, tan madrileño, Aurelia, María Rosa, Fernandina, escucharán las primeras galanterías, las primeras flores que la palabra varonil ofrendará a su belleza. Allá, también, en esa hora del crepúsculo dorado, al partir en el auto que se descuelga vertiginoso por la ondulante carretera, puede que entre las rosas de la ilusión surja el dolor de la espina punzadora del desengaño; pero no importa, que en la vida, tras la nieve del invierno desolado, llega en el carro del sol la primavera florecida…”

Otros tiempos…

Continuará: El tren blanco de Navacerrada (y 2).

Author: Juan Pedro Velasco Sayago

Blog de montañismo y excursionismo sobre el Guadarrama, a cargo de Juan Pedro Velasco Sayago. (Coordina el Blog 'Retrosegovia', publicando temas relacionados con la tarjeta postal ilustrada de Segovia).

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5 Comments

  1. Oportuno el hallazgo y oportuna la entrada. A los amantes de la sierra y de historias pasadas páginas como estas hasta nos emocionan.

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  2. Otra feliz aportación. Gracias y mi felicitación. Antonio Horcajo

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    • Las gracias don Antonio. Algo más sobre ‘nuestro viejo amigo’ el Guadarrama.

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