Posted By Luis Besa on 9, Ago, 2016

Está a 700 kilómetros del Mediterráneo pero les aseguro que como playa le da tres vueltas a Benidorm. Y no, no estamos hablando de ninguna piscina natural, o una poza más o menos apañada. Hablamos de chiringuitos, una surtida oferta de botes (piraguas), hamacas, sombrillas y agua limpia y en su punto. Hasta hay buitres, aunque no los típicos ojeadores de bañistería femenina, no, hablamos de buitres de pluma en pechuga, nuestro amado Gyps fulvus leonado, el buitre país. No hay problemas para situarse en primera línea de mar y la oferta turística a 20 kilómetros alrededor (por si llueve) es para hacerse donante de médula. ¿Arena?, la que quieran. Hace unos años reforzaron la que había con varios camiones deparando una coqueta cala en el corazón de la meseta castellana.

Es la Serranilla, en el embalse de Las Vencias, esto es entre San Miguel de Bernuy y Fuentidueña, en las hoces septentrionales del Duratón. El pantano se construyó en 1962 con fines hidroeléctricos, pero hoy el ocio es el motor económico de la zona, de donde el nivel de agua en verano es totalmente satisfactorio. El acceso es por la carretera entre San Miguel y Fuentidueña, por un camino de grava amplio pero con bastante pendiente, que te lleva a pie de playa.

Como sea que me reservo el ir a estos sitios con los amigos forasteros que tienen a bien visitarme, prefiero hacer el completo y desembarcar en la playa a piragua. En San Miguel hay una completísima oferta de artilugios flotantes (cayac, tabla, piragua, canoa, patín, calculen sobre 18 euros cabeza, 10 niños). Duratón arriba, es cosa de palear entre media hora y tres cuartos, no más, y eso a ritmo carrozón, es decir, en plan dominguero y con parada para echar un cigarrillo. Todo el que quepa en una piragua lo puede hacer. Igualmente se puede acceder a pie -dos horas a mi ritmo, otras dos de vuelta, que son las malas-. Mejor en piragua.

Las hoces norteñas no tienen la espectacularidad de las de Sepúlveda pero hay mucho que ver, además de buitres, espectaculares sauces, vegetación de ribera y desplomes de vértigo de los cañones. Pero (y perdonen la falta de sensibilidad) lo mejor es la cerveza que uno se toma en los chiringuitos de La Serranilla, en plena playa de arenilla fina (nada de cantos ni pedregales).

Chiringuitos de lujo. Hay unos tres, con zona de hamacas, sombrillas, y bebida fría a precios corrientes y molientes. Si veranean por la zona, que sepan que a lo largo del verano se programan, además, prometedoras juergas. Y aunque no es poca la gente que está en el pantano (los más piragüeando) no hay masificación alguna.

Por poner un pero, la Serranilla tal vez no sea el mejor enclave para practicar la natación. Hay vegetación que se enreda en brazos y piernas. Así que es mejor adentrarse un poco y buscar más profundidad o, habiendo piragua, optar por algún amarradero (abundan) por la zona y pegarse ahí el chapuzón es fácil (pero recuerden: es pantano, extremen precauciones).

También pueden no complicarse la vida, mantenerse en el bar, seguir en modo botellín, y chapotear por la orilla. Por cosmopolitas que sean sus amistades foráneas, les garantizo que su fama de sibarita va a quedar reforzada durante lustros. En los chiringuitos hay la consabida oferta de bocatas y hasta la posibilidad de encargar paellas. Hablando en plata: se está como Dios.

Pero todo es mejorable. Así que puestos a deslumbrar a los visitantes, lo suyo es un buen asado de cordero. Sabido es que por toda la Villa y Tierra de Fuentidueña el asado es espectacular, pero esta vez,  como eran fiestas en Sacramenia y me temía un overbooking, me decanté por Torrecilla del Pinar, el Restaurante de Bea. Es el bar del pueblo, al entrar en la plaza, pero en el piso superior han habilitado un cómodo y elegante comedor. No hay problemas de espacio pero siempre es aconsejable (693326829) reservar, más que nada para que te tengan el asado a punto. Parece una tontería y no. Es más, los días flojos, aquellos en que no se prevé mucha gente, son los que más interesa avisar por razones logísticas.

Segovianeando por Torrecilla

Del cordero, media pieza para cuatro (siendo dos chavales) y tras una de entrantes considerables, no quedo n-a-d-a, pero vamos, peleas por la salsa para hacer barquitos. Un festín. Y es que venir de la playa es lo que tiene: hay hambre, si encima hay un cordero puesto…

Les mentiría si les digo que nos costó 10€ por cabeza. Tiren a 30, a poco que se enreden con bebercio, postres (una más que recomendable tarta de queso), cafés y licores. También hay que ser o muy infeliz o muy fantasma de Madrid para pensar que a 8,5€ te van a poner “El  Asado”, así con mayúsculas. Cualquiera que haya pisado una carnicería segoviana sabe que estamos hablando del pata-negra del cordero, a 12, 13, 14€ y según fechas bastante más el kilo-canal. Esto es un manjar y para que lo sea se precisa material de calidad. A mayores, el restaurante de Bea tiene una carta (rabo de toro, bacalao, lomo) de la de siempre pero de nivel. En fin, que hambre precisamente no se pasa en Torrecilla del Pinar.

Cómo llegar

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