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La alcaldesa arrodillada, el jinete a pie y las farolas apagadas

tobogancolasCuatro veces me ha hecho bajar mi nieto el tobogán de agua montado en plena avenida de Gerardo Diego. Lo que yo no haga por la sangre… Dígame sino qué hacía yo allí plantado, en bañador y agarrado a un flotador departiendo con los vecinos, todos de igual guisa. No me quito el cuadro de la cabeza, la verdad, que prefería recordar a mi vecina del tercero con su batín de guatiné, bien tapadita.

Travesía-del-mar1(g)Bueno, es verano, tiempo de diversión y de agua, que mire al personal en La Granja, donde el bañador también es prenda casi obligada, igual haciendo la travesía de El Mar —no me diga que no le hace meditar que el personal se meta ahí— que bajo los chorros de las fuentes en honor a San Luis, las fiestas grandes de la localidad, ahora en plena efervescencia.

Lo de las fiestas de los pueblos y barrios me encanta, aunque debo decirle que lo de sus “precuelas” en forma de semana cultural ya me preocupan un poco más, que bajo el sugerente título, el listado de actividades es, básicamente, campeonato de mus, campeonato de tute, campeonato de parchis. ¡Ah! Y una charla “rara” en el local municipal. Para hacérselo mirar…

sanroquedestacadaMás serio, por tratarse de librarnos de la peste, es lo del voto a San Roque que lleva cada año a la regidora, Clara Luquero, a arrodillarse ante la imagen del santo desatando la polémica anual sobre tradición o religiosidad del acto que protagoniza la representante de todos los ciudadanos. ¿Y usted qué opina?

Son polémicas veraniegas, como la de la salud del Acueducto —no he oído nada nuevo en los últimos veinte días, pero si muchas declaraciones públicas— o la de los caballistas de los encierros de Cuéllar, que ya sabe que este año serán solo 20 y claro, los otros centenares que ese día sacaban su montura a pasear están que trinan. Queda por ver cómo se selecciona a los afortunados, que el alcalde, Jesús García, dice que no se mete en ese lío (de los gordos) y que mejor se apañen entre ellos… Veremos.

No es tradición, ni mucho menos, pero lo de cazar Pokemon por las calles vuelve a mostrar sus peligros. Por ejemplo, que un niño de cinco años se pierda por las calles de la ciudad —los padres se debieron distraer mirando monumentos o las cartas de algún bar, digo yo— obligando a la movilización de la Policía Local que, aunque tardó unas horas, en esto tuvo menos dificultades que con ese culturista al que pararon en un control y acabaron en comisaría. A ver: un experto en artes marciales, tres polis con partes de daños y muchas, muchas explicaciones del civil y sus más cercanos contando una y otra vez su compleja versión de los hechos en los comentarios de esta noticia… Pues mire, que hable el juez, pero si tengo que apostar sobre quien se salió del tiesto…

Lo cierto es que la poli anda liada en este agosto, que los ladrones de cable se han cebado en varios puntos de la ciudad y se han llevado varios centenares de metros de cobre de las farolas. En el Ayuntamiento se dieron cuenta sólo cuando los vecinos, observadores, denunciaron que estaban a oscuras. Quizá un poco más de vigilancia…

Aunque espero que no sea tanta como la que ya hay en San Ildefonso, donde se han montado cinco cámaras para ver lo que pasa en la calle, precisamente invocando a la prevención del gamberrismo. Caray, me suena esta historia, que así comenzó la cosa en la capital, luego se justificó con el tráfico y al final… el gran ojo nos ve por toda la ciudad. Ya sabe, en nombre de la seguridad se sacrifica la privacidad. Y mire que me gusta poco.

En el ámbito privado debería haber quedado la conversación de los destacados socialistas que expresaban su escaso aprecio por la “obra” del anterior alcalde, Pedro Arahuetes, sin darse cuenta de que los micrófonos (sus propios micrófonos) registraban con nitidez sus palabras. Toda una cantada, pero mire, lo que decía mi jefe, Fernando Sanjosé: esto es pura terapia, que no hay nada más sano que decir de vez en cuando lo que uno piensa y alejar fantasmas que hace tiempo lastran más de la cuenta…

Incluso si el espectro es como lo de las caras esas de Bélmez, que aunque las borres vuelven a salir periódicamente y así llevan 45 años… Al tiempo.

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Author: Justo Verdugo

Justo Verdugo, segoviano de cierta edad es un observador de su entorno y un ávido consumidor de las noticias que se publican en cualquier soporte y lugar. Con periodicidad semanal, el autor resume sus conclusiones en esta sección, en la que todos los ciudadanos están invitados a opinar a través de sus comentarios.

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1 Comment

  1. ¡¡¡Menudo espectro don Justo!!! Ni con las corazas de hormigonadas de Chernobyl 😉

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