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Juan Bravo y las paparruchas históricas

Hasta el 24 de julio, el Archivo Histórico de Segovia acoge una exposición con motivo del V centenario del matrimonio en segundas nupcias en Bernardos del comunero Juan Bravo con la patricia segoviana María Coronel, nieta de uno de los hombres más ricos de su tiempo, el converso segoviano Abraham Senior. Fue en 1519, después de que unos años antes, el comunero nacido en Atienza, enviudara de su primera esposa, la también procedente de familia conversa Catalina del Río.

Presentación de la muestra en el archivo

El recorrido de la exposición, basada en nueve paneles explicativos, persigue resaltar la importancia de Segovia en la Guerra de las Comunidades, además de Juan Bravo, capitán de las milicias segovianas, entre otros Íñigo López Coronel (suegro de Bravo), Francisco de Ruescas, Rodrigo del Río o la propia María Coronel, cuyo testamento figura en la exposición así como escrituras de arrendamiento del señorío de Muñoveros, donde se supone yace el decapitado comunero…

Aperitivo de las que nos espera. Dentro de dos años se conmemorará por todo lo alto los 500 años de Villalar, y Segovia quiere pujar fuerte. Ya anunciaba la alcaldesa Clara Luquero su intención de dedicar a Juan Bravo una “super exposición” a lo Machado para la efeméride. Lo que me lleva a, poniendo la venda antes que la herida, elevar el siguiente ruego.

Seriedad. Eso es lo que pido. Les confieso que no sé mucho de los Comuneros, pero me fastidia sobremanera la tendencia de las instituciones (y conste que no es el caso de la aséptica muestra del archivo) a convertir la historia en un relato encajado a golpes de martillo en la retórica oficial.

No sabemos, al menos yo, quién fue realmente Juan Bravo, y esa es la pena. Su figura queda eclipsada en el mito. Un mito romántico-liberal, el hombre que en nombre de las “libertades de Castilla” lideró la revuelta contra “el imperio”, por lo mismo mito republicano después y, en paralelo, mito nacional castellano. Todo lo cual hijo de la obsoleta historiografía romantica que tanto daño hace y que las instituciones se empeñan en seguir alimentando para nutrir “relatos” filtrados cual “memes” en la memoria colectiva.  Y así pasa que de verdad la gente se termina tragando que en 1520 el personal iba cantando jotas del Mester de camino a Villalar para pedir la autonomía.

Todo mito es irreal por definición. También Juan Bravo. Devenido por las capas y más capas de detritus romántico en una suerte de Luke Skywalker, María Coronel la princesa Leia, Carlos V en Palpatine, Adriano VI Darth Vader…

Más, a puro golpe de mito, la historia se convierte así en un pulso entre las “fuerzas de progreso” contra las de “la reacción”. Un eterno combate “bien contra el mal”. Verdadera perversión, no ya de la historia que también, sino mental, contra la que me sublevo siempre que puedo y me dejan. La historia es una complicada confrontación de intereses en inestable equilibrio. Y cuando el balance se desequilibra pasan cosas (a veces hasta sin acabar en masacres) de las que salimos como salimos, intentando aprender para andar más finos en años venideros. O eso debiera.

Además resulta, que en el fondo, el enigma Bravo es mucho más apasionante que toda las pamplinas al servicio de consignas políticas que nos suelen servir para el consumo de mierda identitaria. ¿Quién era realmente? ¿Qué sabemos de él? ¿Qué datos constan? ¿Quiénes eran estos patricios segovianos? ¿Qué intereses defendían? ¿Quiénes las milicias que les seguían y contra qué y por qué combatían? ¿Qué pintan los gremios? ¿Qué decían los curas? Al final, como digo, lo histórico es deglutido por el mito y utilizado políticamente sin sonrojo a modo de detritus para abonar consignas, sepultando en ellas al personaje y la época.

Y, esto es lo triste, no faltan historiadores, con título y hasta cátedra, dispuestos a arrimar el ascua a tan rica sardina, especialmente cuando viene envuelta de un buen fajo de miles. Catedráticos he visto que, en su ánimo de mantener la coherencia con el relato político (y cobrar sus  buenos duros), pintaban de color distinto la bandera de un grabado para hacer del malo bueno y del bueno peor y con tal prospecto abrían unas jornada para doctores… ¡Y nadie decía nada!

Pongan por caso lo de Machado. ¿Soy yo el que piensa así o al final ha quedado la cosa en una hagiografía de la República Española, periodo de luz previo al cataclismo de oscuridad? ¿Y de verdad la gente se traga estas cosas? Pero seamos justos, también del otro lado se instrumentaliza la historia ¿O se creen que a Santiago Abascal le importa un pimiento la especie de que la reconquista empezó en Covadonga? No. Le interesa recuperar un relato (un cuento chino) de la españolidad aplicable al aquí y al ahora. Igual que a Puigdemont de la catalanidad, Casado de transicionalidad o Luquero de la republicanidad o lo que sea.

Los políticos, ya se sabe, tienen esta extraña virtud de creerse toda aquello que por chorra que sea legitima sus intereses. Dicho de otro modo modo;  los políticos sirven a unos determinados valores éticos en los que ellos encajan determinados relatos históricos simplificados. Y metiéndonoslos a embudo se creen que nos hacen un favor. Hoy y ayer, con Franco y sin Franco: Todo poder entraña la instrumentalización de la historia para su autolegitimación.

La “historia de verdad” nos enseña, en cambio, a tomar distancia sobre estos relatos. O debería. Así que la comunidad científica del sector ya va siendo hora de que haga algo al respecto: Más crítica, menos hagiografía.

 

 

 

Author: Luis Besa

Luis Besa. Periodista,

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5 Comments

  1. Absolutamente de acuerdo.
    En unos cuantos años, habrá estatuas de Puig-demon, de Mimosín, de Lucas Sky-Wolker y de Leticia Sabater.
    Ah, y cantautores que les cantarán e historiadores que les crearán vidas digeribles a medida de bobos indocumentables.

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  2. Así es, señor Besa, muchos tópicos y poco conocimiento de la realidad, que siempre es mucho más compleja. ¿Qué era la libertad en la guerra de las Comunidades, quién era Juan Bravo y por qué luchaba? Todos, incluidos políticos, se permiten hablar de lugares comunes tergiversando la historia y llevándola al terreno del pensamiento actual en un anacronismo tan ramplón como peligroso. Por no hablar de la intencionada manipulación de la historia por intereses ideológicos, que está causando estragos entre los más jóvenes. De pena. Gracias por la reflexión.

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  3. Disculpe el autor de este artículo pero, sobre la llamada Guerra de las Comunidades, hay estudios y bibliografía de calidad para poder responder a muchas de las preguntas que usted se plantea como cuestiones desconocidas por completo.
    No hay tanto biografías completas de los protagonistas, pero sí muchos datos y relatos de los hechos que protagonizaron.
    Por tanto, habiendo buenos estudios sobre esos hechos históricos (en su mayoría no partidistas, en uno u otro sentido), es posible realizar una buena exposición que los cuente e ilustre.
    En realidad, creo necesaria una buena exposición.

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    • Sí he dado a entender que no los había es un error por mi parte. Estoy seguro que los hay. Creo también, y así lo digo, necesario conocer más de los comuneros y Juan Bravo. Ahora bien, desde una perspectiva crítica y ajena a la repugnante instrumentalización del pasado desde el presentismo, habitual en estos casos. Para un nuevo santoral nos podemos ahorrar el dispendio, no le parece?

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