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Esperando a Indra

Pues si, yo también ardo en deseos de ver el resultado de las comisión extraordinaria convocada en el Ayuntamiento de Segovia en el que se supone que los grupos políticos van a conocer al detalle los arcanos del acuerdo del Ayuntamiento con Indra para su instalación en el edificio del Cat, el reglamento de funcionamiento del edificio y hasta, lo mismo, el nombre de alguna de esas “otras empresas” que están a puntito de caer, si nos creemos a Clara Luquero a la que, entusiasmada, entusiasmada, no la veo con el asunto, que es algo que no deja de escamarme. No sé si es que está guardando la pirotecnia para dentro de un par de meses o tres o es aquello de que gato escaldado, del agua fría huye.

Y mire que esto de la filial de Indra –Minsat se llama. Era parte de la compañía cuando la compañía era un todo pero hace un par de meses escasos se convirtió en empresa satélite como otras secciones excepto las de Defensa– tiene buena  pinta. Bueno, sin duda mucha mejor que aquella chorrada del Instituto de Danza y la Universidad Rey Juan Carlos que no había quien la encajara y que sólo parecía conocer el rector aquel que vino aquí a vender la moto sólo un rato antes de que le echaran de su trabajo por chanchullero. Al menos los de Indra han colgado en su web la nota de prensa que nos dieron el día de su presentación, así como dando oficialidad al asunto, que no es decir mucho pero para ir tirando…

Porque me temo que estamos en esas. Vamos tirando, independientemente de que el proyecto de Minsait tenga más o menos consistencia en cuanto al tamaño de su centro de producción –si me fijo en los ubicados en otros puntos de España hablamos de plantillas superiores a 100 puestos de trabajo para personal cualificado trabajando en proyectos contratados desde “todas las Indras”, es decir, todas las divisiones de la compañía– y los plazos para asentarse, que esa es otra porque desde el entorno del acuerdo aseguran que desde que le edificio esté en uso tendrá carácter progresivo y yo confío en que sea sin pausa.

Lo cierto es que, sólo con el anuncio, el Gobierno de Clara Luquero no es que se coloque en zona de confort respecto al incómodo grano en salva sea la parte que representa el Cat en el resumen de gestión de los socialistas, pero sí al menos le permite salir un poco del ojo del huracán y desactivar en parte la crítica machacona que soporta desde hace años por el maldito edificio de la media cúpula (todo un alarde arquitectónico, dicen).

Ediles populares con un plano del Cat.

Hombre, no tanto como para que no causen cierto sonrojo la nota de autobombo emitida por el PSOE hacia su equipo de Gobierno que perfectamente podrían haberse ahorrado o las rimbombantes declaraciones del secretario provincial, José Luis Aceves que “ha oído”, dice que personalmente, “en todos los ámbitos de negocio de España” –ni idea tenía de que este hombre se moviera en esos ambientes– la onda sísmica causada por el anuncio del desembarco de Indra en Segovia. No obstante, si suficiente para que los del PP se vean obligados a aflojar la presión, que ya en su última reacción a bote pronto no se les ocurrió otra cosa que preguntar qué pasa con los once edificios no construidos del Cat, yo qué sé si reclamando que se complete el faraónico proyecto original, o preguntarse a quién le interesará instalarse en aquel lugar en medio de un descampado. Flojo argumentario. Toca relajar, creo yo. Se pedía que se ocupara el Cat de manera solvente y, de acuerdo, con demasiada demora, eso es lo que se está anunciando ahora.

Los segovianos de a pie también somos de nuestra propia pasta, que te vas a las redes sociales y te encuentras con el que tiene claro –ya sabe, con el aplomo con el que se dicen las cosas en Facebook, “porque lo sé yo”– que aquello no pasará de un Call Center con un telefonista y dos becarios delante de una pantalla; el otro que sabe de buena tinta que esto es un chanchullo clarísimo de los socialistas con la empresa que dirige Fernando Abril Martorel –al que recuerdo que pusieron ahí los del PP y cuya continuidad está más que en duda tras desembarcar los de Sánchez en Moncloa–; el que lamenta que a Indra se le va a regalar un edificio público enterito para que haga lo que le dé la gana; o los que dan vueltas a la profundísima pregunta sobre cuánto pagará de alquiler la multinacional, como si ese fuera a ser el hecho determinante para que se implante o no. Caramba, si el proyecto cuaja nos van a venir bien los vientos que pueda traer gente nueva en Segovia.

A ver. Minsat no es la tienda de “Informática Ramírez” –esa a la que va para que le quite el virus del ordenador después de que ‘alguien’ en su casa visitara algunas páginas de esas que se borran del historial al terminar– con ínfulas de crecimiento. Hablamos de una empresa con once centros de producción en España y ocho en el extranjero dedicada al desarrollo de software complejo aplicando las más altas tecnologías, con reputación internacional y equipos de trabajo altamente cualificados que venden servicios a todo el mundo. Vamos, que parece el anillo perfecto para poner en marcha ese modelo de vanguardia tecnológica y actividad limpia y digital del siglo XXI que nos parecía, nos parece aún, impensable para la Segovia del monocultivo del cochinillo y la piedra vieja, de las extras de fin de semana como supervivencia laboral, de los olores a purín en primavera y verano.

Si el proyecto es real –llámeme loco, pero esta vez tengo la sensación de que si lo es– tampoco se me ocurre mejor reclamo para que otras firmas del sector elijan otros huecos del Cat para ponerse a trabajar allí al calor de la multinacional y de paso, haciendo buena la “burra” que llevamos años vendiendo de que Segovia está bien comunicada por autopista, tren y avión a 40 minutos y a tiro de piedra de Madrid, lo que le convierte en un caramelito para cualquier empresa.

Ahora bien, no me deje pillarme los dedos del todo que el edificio está sin acabar y el plazo de “agosto del año que viene” para que eso esté en marcha obliga a tomar precauciones. Primero porque faltan muchas obras que hacer incluso si no hay problemas añadidos y segundo, ojo que esto puede ser lo gordo, porque nada asegura a estas alturas que el Ayuntamiento vaya a tener presupuestos nuevos en enero porque el Gobierno no sea capaz de sacarlos adelante en minoría y si Luquero tiene que tirar de las cuentas prorrogadas, la inversión en las obras en el Cat el año que viene volverá al entredicho y los retrasos y con ello, el cumplimiento de cualquier plazo.

Habiendo visto lo que han visto estos ojitos que se ha de comer la tierra y sin querer ser agorero ¿le chirriaría que un problema de presupuesto impida la terminación a corto plazo del edificio, Indra (y los que dicen que están por anunciar) se canse de esperar y dentro de un año me tenga aquí, con cara de pánfilo, explicado que el Gobierno municipal sigue buscando soluciones al inmueble mientras lamenta su pena negra, que será la de todos nosotros? A mi no, majo. Soy de Segovia… Pero cruzo los dedos.

Author: Fernando Sanjosé

Segovia (1967). Periodista.

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1 Comment

  1. Eso, crucemos dedos. Primero, esté en uso el edificio y después iremos progresando adecuadamente, o no.
    Lo dicho por usted alguna vez; y en este mismo digital: en Segovia, cualquier proyecto u obra, entre que lo pensamos y quítame usted esas pajas… unos 15 años no nos los quita nadie.
    Vamos a ver si para la anunciada retirada de coches de gasolina contratan algún segoviano (que destaque, y mucho, en eso de la tecnología), digo señor Sanjosé 😉

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