free web stats

En mis viajes por todo lo largo y ancho de este mundo

Que sea capaz de evocar frases del Capitán Tan y los Chiripitifláuticos denota que acumulo edad para empezar a regalar, pero también memoria, de esa que está incidiendo, junto a la natural depresión postvacacional, en mi ánimo tras gastarme los ahorros en viajar por todo lo largo y ancho de este mundo —bueno, vale, a un par de sitios o cuatro— durante mis bien ganados días de asueto.

De entrada he comprobado por enésima vez que en los restaurantes, supermercados y tiendas de cualquier sitio que no sea Segovia a uno le parece que los empleados se equivocan constantemente a la hora de cobrarte y todo te parece infinitamente más barato que cualquier consumo que hagas en esta pequeñísima capital de provincias —la tercera más pequeña de España— cuyos precios son, simplemente, exagerados. ¿A usted no le pasa?

También he hecho otras comprobaciones. “Por ahí” resulta que las ciudades han evolucionado. Zonas que en mi memoria eran espacios deprimidos se me han aparecido como lugares recuperados, limpios y rehabilitados. Calles que la última vez que las vi, yo qué sé, hace 10 años, estaban repletas de baches, aparecían como suave alfombra para mi coche, descubriéndome que esos ruidos que hace cuando ando por Segovia no son suyos, sino regalados por el Ayuntamiento. Edificios que quedaron a medio construir en la famosa burbuja, terminados, ocupados y en uso. Iniciativas culturales que ya hace años empezaban a quedarse rancias, evolucionadas a citas modernas y novedosas. Autobuses movidos por energías alternativas, desechando diésel y gasolina…

Todo muy raro. Me he encontrado con que las ciudades han avanzado, han recibido inversiones reales, se han puesto al día, se limpian y viven en el siglo XXI. Algunas, hasta tienen gobernantes que han echado coraje y han peatonalizado calles y centros urbanos y mire usted por donde, los comercios allí funcionan y esas vías concentran vida de día y de noche (tampoco ha decidido nadie que a las 22.30 hay que estar en casa quieras o no).

Amigo, pero yo soy segoviano y periodista así que ya me preparo para “nuevas” informaciones sobre obras eternas, por ejemplo de la variante SG-20 que un día de estos se acabará de desdoblar —18 años hace que la construyeron— y la inminente aparición de las primeras “exigencias” (de quien esté en la oposición del Gobierno de turno, claro) que arreciarán para que se cierre el anillo y se creen no se qué enlaces que los mismos que ahora exigirán olvidaron pedir cuando era el momento de planificarlos, antes de las obras actuales. Otros diez años de debates, exigencias airadas, peticiones de responsabilidad, preocupaciones por los ciudadanos… (¡Huy! Temo que he fastidiado a alguno de nuestros brillantes políticos que tenía esto en cartera de grandes ocurrencias).

La lista de asuntos que aquí no se hacen y “por ahí” he comprobado que si es larga: que si el Cervantes, que si el centro de salud, que si un instituto, que si arreglar las calles, que si canalizar el turismo para que no sea la molestia insoportable que es hoy, que si establecer acuerdos con la hostelería en vez de pegarse con ella, que si poner al día las redes de agua, que si quitar cables de las fachadas, que si la accesibilidad universal, que si atender a los barrios, que si usar “en algo” el Cat, que si, que si…

Mire, poniéndome al día de las noticias me topo con el asunto del colector del Clamores y a la alcaldesa, muy preocupada, claro, apuntando que eso hay que arreglarlo pero… “con ayuda de otras administraciones”. Ya está. Otro asunto parado del que tiene la culpa el maestro armero. Y en este caso concreto, encima, sin razón alguna, que temo que el arroyo es responsabilidad municipal y sólo municipal.

Aunque no fuera así. Este ayuntamiento que nunca, digo nunca, parece tener dinero para nada —no me haga ir a los comparativos de lo que se paga en impuestos aquí pero déjeme que al menos cuestione su gestión a la vista de lo que dan de si— parece no encontrar jamás cauces de ayuda fuera de casa. Y mire que a mi me enseñaron que la política tiene mucho de arte de saber encontrar acuerdos. Pues no. Si la administración con la que hay que negociar es de otro color político, por ejemplo para hacer una estación de autobuses nueva, resulta que “es que no me ajuntan”. Si es del mismo —venga, el Cervantes— es que “hay otras prioridades” aunque, eso si, en breve llegará el mensaje de Alcaldía: “El ministro me ha recibido con buenas palabras, adjunto foto sonriente”.

Perdone el desahogo. No sé de qué me quejo si esto de vivir en el día de la marmota me facilita enormemente el trabajo. Mire, el viernes toca pleno: van a aprobar definitivamente el Peahis, con el que llevamos diez años, así qué no me será difícil hacer el relato y ya puedo ir preparando lo que viene acto seguido, que es el anuncio de la revisión del Plan General (PGOU), un trabajo que durará unos cuantos años (un par de mandatos o tres no me los quita, ni a usted, nadie). Habrá mociones sobre el Clamores —tenga paciencia— y se cuestionará el servicio de autobuses urbanos que lleva funcionando cinco meses gracias a un mal contrato preparado durante años. Todos, temas de altísima novedad, como puede comprobar en la hemeroteca.

Chupao, volver al trabajo aquí está chupao.

Author: Fernando Sanjosé

Segovia (1967). Periodista.

Share This Post On

1 Comment

  1. A las 22:30 no sé señor Sanjosé, pero dese un paseo a las 13:30 (un, ya jueves, hoy) por calle Seminario, esquina Grabador Espinosa y después me cuenta. En este país hay gente que a las 6 de la mañana, e incluso antes, se levanta para poder ir a su trabajo y los que bien beben, puedan, quizá, el día de mañana, trabajar en algo, si su noctivaga vida les permite estudiar algo.

    Post a Reply

Responder a Un espejo de la plaza Cancelar la respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *