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En el banco del andén

Con esto del aniversario de la puesta en funcionamiento de la línea AVE me he puesto a pensar en la sensación de alivio que tuve aquel 22 de diciembre cuando se produjo la inauguración de la línea entre Madrid y Valladolid —¡con parada en Segovia!— tras un larguísimo parto que llevaba presenciando nada menos que diez años en los que además trataba de explicar a amigos y familiares amontonados en el pasillo como iba la cosa de la dilatación.

Una tarjeta que fue polémica.

Vamos, que durante una década me harté de escribir —en El Adelantado y en Gente, donde presté servicio— acerca del proyecto ferroviario y su desarrollo paso a paso, de lamentar que los diseños originales dibujaban una vía que partía la provincia por la mitad sin paradas segovianas, del alegrón general cuando se acabó aceptando la “quinta alternativa” que incluía el enorme túnel bajo la sierra que salía a las puertas de Segovia y de la polémica que se montó, sobre todo con los de su partido, cuando el diputado popular Javier Gómez Darmendrail, felicitó la Navidad de 2001 con una viñeta en la que se atribuía a sí mismo los méritos de la llegada del nuevo ferrocarril a la capital.

Me acuerdo del día que el presidente Aznar vino a lo de “la primera traviesa de Garcillán” (nos hacía gracia decirlo así) para inaugurar la obra en el caluroso julio de 2001, del obrón y maravilla de la ingeniería que fue la construcción del túnel doble, desde 2003, y del mal trago que fueron las cinco horas en las que 39 obreros permanecieron atrapados un kilómetro dentro del agujero por el incendio de una máquina, un incidente que afortunadamente se saldó sin heridos.

Luego vino la incertidumbre sobre si habría parada en la capital —se contempló hacer un intercambiador de vías (PAET lo llamaban) sin posibilidad de subir o bajar de los trenes— y donde se pondría, incluyendo la especulación que se dio con terrenos de distintos puntos del entorno de Segovia, que entonces se suponía, fíjese qué cosas, que alrededor de la estación crecería un nuevo y próspero barrio ideal para vivir o instalar empresas como ha quedado acreditado diez años después viendo las tierras de pasto y vacías que rodean Guiomar con el edificio del Cat como punta de lanza de aquel desarrollo que nunca llegó.

Oiga, todo esto salpicado de tediosos trámites administrativos, partidas presupuestarias, tramos y subtramos, plataformas, balastos, traviesas y fases de electrificación, de pruebas para la prensa como aquella en la que la ministra Álvarez, como su amplísimo séquito, como los periodistas, salió del tren medio asfixiada por el polvo que se metía por todos los rincones del convoy, o esa otra en la que el viaje acababa en la nada en el límite con Valladolid y que aún hoy día me pregunto con qué motivo se hizo…

Elegir el nombre no fue fácil.

Total, que cuando el presidente Zapatero llegó a Guiomar —lo del nombre de la estación también tuvo su polémica que yo creo que sigue latente— a bordo del tren Renfe AVE S-102 que había salido 30 minutos antes de Madrid aquella mañana de lotería de 2007 me sentí feliz, como el que llega a la meta tras una larga carrera. Ese día quedaba vengada la batalla librada (y perdida) 120 años antes con Ávila en la pugna por estar en la red principal del ferrocarril y, sobre todo, la obra estaba hecha y llegaba el momento de aprovechar todas aquellos proyectos de desarrollo económico, crecimiento de población y llegada de oportunidades que imaginábamos que llegaría a toda velocidad a través de las vías…

Como ya he leído y he oído las reflexiones actualizadas de unos y otros buscando justificación a la falta de cumplimiento, siquiera en una décima parte de aquellas conjeturas y además estoy vaguete esta noche, lo que voy a hacer es tirar de lo que escribí hace hoy diez años exactos tras aquella inauguración ferroviaria en el periódico Gente del que era director. Ahí va el extracto:

“A lo largo de este periodo se ha hablado hasta la saciedad de las ventajas de la línea; de las posibilidades de desarrollo que ofrece para la ciudad y la provincia; de su carácter decisivo para nuestro futuro. En torno al tren se han dibujado normas urbanísticas; planes estratégicos y sueños de futuro que empezarían “cuando llegue el tren”, o sea, ahora. (…) Es obligación de los responsables de las administraciones generar suficientes polos de atracción para la llegada de nuevas empresas a las que ofrecer nuestra calidad y espacios suficientes en los que ubicarse; es necesario desarrollar suelos para vivienda que permitan el asentamiento de los trabajadores de esas nuevas firmas y sus familias y de paso, la vuelta a casa de los segovianos que un día se fueron a ciudades vecinas; es imprescindible desarrollar los servicios e infraestructuras que cubran las necesidades de esos nuevos habitantes; y es obligación de todos llevar a cabo ese desarrollo, pero conservando la esencia de Segovia y su calidad de vida. Tenemos la vía y la máquina. El camino que tomemos hacia el futuro es decisión nuestra. De todos nosotros”.

Y me quedé tan a gusto.

Author: Fernando Sanjosé

Segovia (1967). Periodista.

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1 Comment

  1. No nos engañemos. El AVE solo llega a Segovia porque va a Galicia. Ahora, aplicamos todas esas “promesas” huecas al tema de las presas, recrecida o una nueva, para una ciudad y provincia que solo pierde población, y se verá porque pagamos tantos impuestos. Compramos la moto siempre… no importa quien nos la vende. Otro… el CAT… monumento a las promesas huecas de los politicos que viven de los contratitos… bajo la mesa y encubiertos con el blablabla, claro está.

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