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El otro mundial

La plaza Mayor, en un día de Mundial (Archivo)

Ya acaba el Mundial. No voy a hablar sobre el papel de la selección española, ni de Rubiales, ni de Lopetegui, ni de Hierro ni del fracaso o no de la selección española. Pero si me gustaría hacer una reflexión de lo que ha sido el otro mundial, aquel que no pasa por las luces, y el glamour.

En este tipo de acontecimientos nunca priman los valores sociales y humanos, aunque así debiera ser por ser un escenario mundial que puede mover conciencias, y porque el deporte siempre se le ha presupuesto un valor de concienciación y educación. Por el contrario siempre se ponen por delante los valores económicos de grandes patrocinadores y dirigentes, es decir, el deporte ha sucumbido a las leyes del mercado, y a los beneficios económicos.  Hemos visto innumerables campañas por parte de la FIFA para luchar contra el racismo, pero pocas, por no decir ninguna, para luchar contra la homofobia o contra el machismo en este tipo de eventos deportivos. Y lejos de campañas, ya ni siquiera se plantean la opción de no realizar estos eventos en países como Rusia o Qatar.

Y es que, si algo ha mostrado Rusia durante este mundial 2018, no ha sido solo que en la actualidad no existe una selección que este muy por encima de las demás en lo deportivo, sino que ha sido foco de denuncia constante por comportamientos machistas, homófobos y racistas.

No es nuevo el odio al colectivo LGTBI+ de un gobierno que prohíbe cualquier manifestación de Orgullo, que no eliminó como crimen la homosexualidad hasta el año 1993 , que no dejó de considerar hasta  1999 la homosexualidad como una enfermedad mental, y que en 2013  estableció una ley con multas y penas de prisión, para cualquier “manifestación homosexual” entre menores.

Tampoco es nuevo, el machismo que destilan este tipo de eventos. No solo por el país que los acoge, sino también por todos los que acuden.

La Asociación de Fútbol Argentina, realizó una guía para sus medios, que por supuesto tuvo que retirar por la denuncia internacional, para “tener una oportunidad con una chica rusa”.

Una gran cadena de restaurantes lanzó una oferta ofreciendo 41.000€ y hamburguesas de por vida, si alguna mujer rusa se quedaba embarazada de una estrella del mundial.  Y esto solo era la previa.

Durante la celebración del mismo, hemos visto como aficionados de diversos países humillaban a las mujeres. Rusas y no rusas. Hemos visto vídeos haciendo repetir frases denigrantes a mujeres extranjeras, dando igual la edad. Fueron tantas las vejaciones que recorrieron el mundo, que las Naciones Unidas tuvo que enviar un comunicado mostrando la repulsa a este tipo de acciones.

Muchos periódicos mostraban a la “hincha más bonita del Mundial”, o los planos de retransmisión de los partidos, no hacían más que mostrar a mujeres “guapas”. De hecho, esta última denuncia parece que si hizo reaccionar a la FIFA, pidiendo a los operadores que retransmitían los partidos que lo dejaran de hacer. Y lo más grave de todo, no es que lo hiciera porque realmente existiera un compromiso por parte de la FIFA de luchar contra el machismo, sino porque todas las críticas estaban dando una mala imagen del Mundial.

Pero no pensemos que el machismo se queda allí en Rusia, o en otros países que no son el nuestro. El equipo enviado por España para cubrir el mundial, muestra también la testosterona que impregna este tipo de eventos, desde el mismo equipo, formado principalmente por hombres, hasta las continuas vejaciones que han tenido que sufrir las periodistas que han cubierto el mundial. Hombres que se abalanzaban sobre ellas, que intentaban darles un beso o incluso en medio de una emisión en directo, y sin ningún pudor les llamaban guapas, como le ocurrió a María Gómez, sin respetar el trabajo que allí se estaba haciendo.

Mención aparte merece, el racismo clasista, la final es buena muestra de ello. Se suceden los reportajes sobre los “héroes croatas” hijos de la guerra de los Balcanes, que durante su infancia fueron refugiados en otros países o sobrevivieron en el suyo como pudieron. Se suceden los reportajes sobre el  60% de  los “héroes franceses” de segunda generación, de  familias que huyeron de sus países de origen en busca de una vida mejor, y que ahora representan mejor que nadie el espíritu nacional francés. Y mientras se suceden los halagos, y la exaltación de la superación, del orgullo patrio, los mismos dirigentes europeos que sienten orgullo de sus jugadores, siguen dejando morir a gente en el Mediterráneo y apoyando políticas antirefugiados. Eso sí, estos refugiados son mucho más pobres que aquellos que ocupan los focos de la final.

Hubiese sido una oportunidad excepcional para la FIFA de mostrarse más humana, más social, de aprovechar la visibilidad mundial, para concienciar y educar, y de hacer otro mundial. Podríamos decir que aún está a tiempo, pero no creo que Qatar 2020 sea el mejor escenario para hacerlo. Eso, si lo que no podrá parar la FIFA, serán las denuncias de una sociedad civil mucho más avanzada.

 

Author: Natalia Del Barrio

Natalia del Barrio. Licenciada en Ciencias de la Información. Ex-procuradora de Podemos por Segovia en las Cortes de Castilla y León.

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1 Comment

  1. Se le ha olvidado Doña Natalia, el comentario de un futbolista en el que escribía en un tweet, que le hubiera gustado “azotar hasta que sangre” a otra periodista.
    Ah, no,…. perdón, Doña Natalia, que no era un futbolista.

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