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El camarada Agapito

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Agapito Marazuela, el padre y la madre del folclore castellano, fue también el militante comunista más famoso de Segovia. Afiliado al PCE desde 1932 y hasta el fin de sus días, durante la guerra destacó organizando festivales folclóricos en favor de la República y también combatió en el frente de la Sierra, como comisario de las milicias segovianas que defendieron Madrid. Un cargo que en la posguerra, en los tribunales franquistas de depuración, conllevaba la pena de muerte. Marazuela se salvó del paredón, que no de la cárcel y el exilio interior. Condenados al silencio.

Izquierda Unida, con motivo del 125 aniversario del nacimiento de este segoviano y comunista universal organizó el 27 de noviembre un contundente homenaje al Agapito Republicano. Se recordaron sus ideales, su compromiso con el pueblo y la mejora de las condiciones de vida del campesinado, en un encuentro que dejó pequeña la Academia de San Quirce, llena hasta los topes, y que además contaba con el aliciente de actuaciones de Ismael Peña, que dejó a la audiencia con los pelos como escarpias cantando (acompañado de cazuela y pandero, y también guitarra) algunas piezas emblemáticas del cancionero. No faltaron Cuco Pérez y Gaspar Payá, con sus versiones casi jazzísticas del cancionero o el gran dulzainero segoviano y discípulo de Marazuelo, Pablo Zamarrón, así como miembros de otros legatarios, el Nuevo Mester.

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En acto conducido por el concejal de IU, Ángel Galindo, y que contó con la presencia de José Sarrión, coordinador de IU en Castilla y León, hubo mesa compuesta, entre otos, por Carmen Gruber, alumna del músico de Valverde y hoy directora de la Sociedad Filarmónica de Segovia, el historiador Santiago Vega, y el artista Carlos Muñoz de Pablos, que fue uno de los entonces jovencísimos segovianos que en 1958 empezaron el trabajo de rescate del maestro, prácticamente en la indigencia. “Se le hizo un homenaje en el Juan Bravo. Fuimos a ver al gobernador cívi, creo que Pascual Marín, que nos debió ver tan jóvenes e ingenuos que dijo adelante”, recordaba. Aquel homenaje sirvió para la creación de la Cátedra de Folklore y la Escuela de Dulzaina en Segovia, auspiciada por Caja Segovia.

Pero lo que inicialmente fue un somero “modus vivendi” para una “gloria” local caída en desgracia, con el andar del tiempo se convirtió es un semillero esencial en la recuperación del folclore castellano. “Quién iba a decir que con tan poco se conseguiría una labor tan magnífica”, contaba Muñoz de Pablos.

De algún modo, Segovia sabía que estaba en deuda con su músico. Guitarrista enorme, dulzainero revolucionario, gran músico pese a su formación entre popular y autodidacta, con su ojo a la virulé (lo perdió a los 7 años, por una meningitis) y de “enigmática presencia, había que verlo con sus manos sarmentosas, que parecía imposible que tocase tan bien como tocaba”, recordaban quienes le conocieron.

Y dignidad. En 1980 el PCE le rindió otro gran homenaje. Vino Ana Belén, Víctor Manuel, toda la intelecualidad comunista de la transición. Para pasmo de la audiencia, la alocución de Marazuela empezó recordando a un falangista, agradeciendo al jefe provincial del Movimiento que en 1964 reeditó su Cancionero Castellano. Así era de auténtico Agapito.

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Fotos. De arriba a abajo, interpretación de Imael y de Cuco Pérez y Payá. El procurador de IU, José Sarrión.

Author: Redacción

Acueducto2. Noticias y actualidad de Segovia.

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1 Comment

  1. Pena de país, los homenajes que somos capaces de organizar con el homenajeado ya ausente, y lo poco que estamos con el en vida. Creo recordar que estaba yo por el hospital cuando a nuestro amigo Agapito le rondaba la muerte, y su soledad era mas que absoluta. Que pena, pero así somos.

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