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Cataluña: ¿El procés?… Bien, gracias

David Fernàndez, en la universidad Anticaptalistas de La Granja.

Como explicaba David Fernàndez en La Granja, “hay muchos independentismos”. Está el suyo, el de la CUP, que preconiza el estallido social, un bypass sistémico, a poder ser incruento, para instalarnos en la Arcadia anticapitalista (de la cual todo lo que queda claro es que es eso, un anticapitalista mundo feliz). Está el independentismo táctico posibilista, el chupóptero-neurótico (de Puigdemont), el nacionalista identitario (Torra), el de Podemos (sí pero no y no pero si), y el hegemónico, el de ERC, que es el del stablishment, el más interesante…

Nuevamente las vísperas de la Diada me pillan en una libranza,en casa madre en una playa de Tarragona. Normalmente nos ponemos tibios a pescado y lo cocinamos mientras escuchamos Radio Taxi, que careciendo de cualquier connotación política (aunque tira al pujolismo) es como una mirilla abierta a cierta Cataluña, área conurbana de las capitales, donde el personal habla mayormente en castellano, no es raro que los chicos vistan con la roja,  no ves lazos amarillos y apenas esteladas. El interior, por el contrario, donde viven los funcionarios de la Generalitat y las clases acomodadas, es lacilandia, es como si San Cristóbal se disfrazara de una Cisjordania pulcra y  sin boquetes de obuses en las fachadas. Pero como digo, son vísperas de Diada, y aprovecho para, con gran disgusto de mi madre, furibunda unionista de Societat Civil, empacharme de prensa nacionalista, de TV3 y Catradio. La pregunta es ¿qué están tramando?

De cara a la Diada hay mucha división. Nadie se fía de nadie. Los CDR están contra Rufián, el PDECat anda loco, no ha habido convocatoria unitaria de respaldo al macrodesfile de la ANC. Todo apunta a que será la Diada más deslucida de los últimos siete años. Lo cual a buen seguro será vendido por la prensa españolista como un descomunal éxito de la “marca España”. “Solo 500.000”, “El independentismo agoniza”, etc…

Craso error, claro. Es cierto que el independentismo se autoconsidera bloqueado. La vía unilateral, la de la confrontación con el Estado, también dicha “la republiqueta”, fue un bluf del calibre de Hercólobus el planeta que se acerca. Ahora bien, la vía bilateral, el diálogo con España, es otro bluf aún mayor. Algunos se creían que sí, que Europa, conmovida por los bonitos desfiles de la Diada y los emotivos parlamentos de Pep Guardiola desde Manchester, iba a presionar para que Madrid entregara la soberanía a los simpáticos catalanes, así sin más y entre sonrisas. Cuando lo cierto es que la soberanía tiende a empezar a negociarse cuando hay 20 divisiones de tanques al otro lado de los Pirineos y tres flotas en la costa respaldando un bloqueo comercial, en Palencia pasan hambre y los bancos -aterrados- no dejan de llamar a la Moncloa para una “capitulación honrosa”. En serio que algunos independentistas pensaban que sí, que eso pasaría y no lo contrario, que es lo que está pasando. Ya les digo, a cándidos no les gana nadie.

Cándidos (y cursis)  seguro, pero tontos no son. ¿Que están tramando? Si la consciencia de estar en una vía muerta es común en todo el independentismo más o menos serio, lo que viene después también. Tomo como referencia lo que dijo Fernàndez en La Granja y la columna de un lúcido concejal de ERC en Barcelona. Es mucho lo que les separa pero el diagnóstico de “lo que hay que hacer” es idéntico: aprovechar la sentencia a los imputados por el procés para “revitalizar la causa” y “eixamplar la base”.

¿Cómo? Pues a la castellana, porque en el fondo catalanes y castellanos son lo más parecido que hay en el mundo: haremos autos de fe. ¿En qué se nota que España es un país católico? En que en Semana Santa unos cuantos cientos de miles se tocan un capuchón y desfilan con un cirio. Pues esto es igual: autos de fe, tsunami emocional, grandes desfiles por la calle, alguna jornada de huelga (pero una, no vaya a ser que nos la descuenten de la nómina), y dramáticos pronunciamientos que hagan llorar a las tietes. Quemaremos en efigie a algún hereje, Felipe VI, por ejemplo, que para eso cobra. Nuestra fe en la causa es proporcional al tamaño del repostero que colgamos en la ventana. Los chinos de las hilaturas ya se frotan las manos.

Pero claro, los “malos catalanes” seguirán con su Radio Taxi y las camisetas de la roja, empeñados en contestar en castellano. Y son tropocientos mil. Así que la gracia del auto de fe será “eixamplar la base”, restar efectivos del bando de “malos catalanes” para añadirlos al de “los redimidos” (como Rufián). ¿Con qué fin?

Aquí las respuestas adquieren interesantes matices. Para ERC “eixamplar la base” persigue una mayoría absoluta en el Parlament. Porque esta es otra. Manda huevos pero lo cierto es que en el Parlament los independentistas no tienen ni mayoría absoluta. Dependen de la CUP hasta para aprobar unos presupuestos, cosa que no hacen desde 2017. El partido más votado sigue siendo Ciudadanos. Así las cosas, considerar que puede haber una independencia con el actual statuquo es como apostar a que el Eibar gana la liga. ERC confía que la “supermovilización”, el tsunami emocional de la sentencia, por lo menos, catalizará el voto propio y desmovilizará al ajeno. Así que, tras el auto de fe, elecciones ya.

Para el marqués de Waterloo (¡cuánta dignidad del que se exilia en palacetes!)  también elecciones, solo que con una lista unitaria, la Crida o algo parecido pero por él presidida (claro). ERC no está por la labor, así que habrá que esperar a que el auto de fe sea debidamente instrumentalizado por el Omnium con miles de penitentes quemando cirios frente a la celda de Junqueras para convencerle a él, al preso, que es más digno el vividor de Waterloo que el Mandela de Lledoners. Elecciones sí, pero solo si vamos juntos.

¿Y la CUP? ¿Y los CDR, ya definitivamente bajo el influjo de la CUP?  ¿Y los Pujol?… Y más importante ¿Y España?

España, bien, gracias.  Sin gobierno ni nada… Cataluña sigue siendo una piececita más en el puzle del poder personal de Casado-Rivera-Sánchez. A todo lo más, y es verdad, tenemos el 155. Que es como la unilateralidad pero en serio. Aquí la cosa está entre los que salivan con un 155 preventivo y los que, más a lo Rajoy, lo ven como una alternativa solo para momentos excepcionales.

El 155 es, desde luego, una herramienta a considerar. Pero entiendo que nuestra Constitución tiene un ADN autonomista, y suspender la Generalitat hasta que los catalanes voten lo que queremos que voten es un arma de doble filo (y encima está feo). No hay que olvidar que no es solo Cataluña. El nacionalismo populista está hoy más vivo que nunca en Navarra, País Vasco, Canarias, Baleares, Valencia, Cantabria… Creo, pues, que no está de más copiar a los independentistas y trabajar por “ampliar la base”.

Defender España desde Palazuelos de Eresma es fácil y es popular. Hacerlo desde Sant Adrià del Besós o el barrio donde vive mi madre, para nada… Y es a ellos, a estos catalanes que pasan del rodillo independentista, a los que hay que ayudar. ¿Cómo?

Poniendo el interés general en el centro del debate. Saliendo al paso por sistema de las trolas nacionalistas y de su retorcimiento semántico. Sosteniendo que ya puedes ser un político popular, pero sí te saltas la ley vas a la cárcel.  Que las fronteras son un desastre para todos. Que votar no es normal cuanto decides votar “solo tú”. Que, a pesar de estos y los otros, hemos llegado a las más altas cotas de justicia social y progreso de nuestra historia. Que el nacionalismo y sus mitos son la última letrina ideológica del pensamiento político. Que en este momento de la historia, o se está por el internacionalismo y la superación de la identidad como marco jurídico, o no tenemos nada, pero nada qué hacer.

Author: Luis Besa

Luis Besa. Periodista,

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3 Comments

  1. Perfecto y maravilloso sistema capitalista neoliberal en el que vivimos, lapidemos a quien ofrezca una alternativa a la sociedad de clases.

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  2. Suscribo el párrafo final sin lugar a dudas, señor Besa. Gracias por hacernos ver una realidad desde allá.

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  3. Alternativa? De ese mal Aprendiz catalán de payaso Fofito. Que se vaya a trabajar y deje de decir chorradas.

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