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Cataluña: alternativas de respuesta al 1-O

Hay un cisma legal en ciernes en Cataluña que, aunque parezca imposible, va a obligar a Rajoy a dar un paso más allá de las denuncias por prevaricación, malversación, etc… ¿Cuál puede ser ese paso? Esta la madre de todas las preguntas.

El cisma se llama Ley de Transitoriedad, texto que en su artículo 1 proclama: Catalunya es Constitueix en una República de Dret, democrática i social. Llamo la atención que en su artículo 7 dicha ley arrebata el derecho a la plenitud cívica en Cataluña -o sea los derechos efectivos de la nacionalidad-  a todos los segovianos y demás habitantes de las 46 provincias españolas, porque, a todos los efectos, los catalanes seguirán siendo españoles. Ellos sí podrán venir aquí (como yo vine desde allí hace 20 años) a votar, trabajar, abrir empresas, cuentas bancarias, tener sanidad y educación pública, a cobrar el paro y la pensión. Nosotros no, o no en igualdad de condiciones*. Democracia pura y dura, ya ven. ¡Haber votado a Puigdemont!

Parto de la base de que habrá una declaración de independencia el 1-o (ojalá no). En realidad la LT es en sí misma esa declaración, ya que enajena al parlamento catalán de cualquier jerarquía que le viniera impuesta por el marco jurídico en vigor.  Viene a decir que mientras no se complete el proceso separatista seguirán vigentes las leyes españolas salvo cuando estas interfieran en el proceso, claro está. En otras palabras es una ley que dice:  señor Puigdemont, haga lo que le venga en gana. El sueño húmedo de todo político que se precie. Puede nombrar un tribunal Supremo, crear una nueva asamblea constituyente, recaudar los impuestos que quiera y no estar políticamente condicionado a otra cosa que no sea la mayoría simple parlamentaria.

Y eso es algo que ni siquiera Rajoy – de quién sospecho que no tiene ni idea de qué hará- puede dejar pasar. Así que vamos al asunto. ¿Qué hacer? Prudentemente Rajoy ha descartado -de momento- usar el 155 y abolir de un plumazo la autonomía catalana. En su lugar opta por respuestas “proporcionales”. No es mala cosa la cabeza fría y la prudencia en estos momentos. ¿Pero qué otras opciones quedan? Descartado renegociar un referéndum de verdad (que es lo que quieren Sánchez, PNV y Podemos), todo indica que va a haber una severa intervención de las cuentas de la Generalitat. Desde “hombres de negro” a, directamente, cancelación de la titularidad sobre las cuentas bancarias de la Generalitat. Todo pago de la administración autonómica deberá ser autorizado previamente y cotizado desde España. Bien jugado, sin calers no hay fiestas. Obviamente, eso no detiene el proceso. TV3 seguirá dándole tratamiento de presidente de la república catalana a Puigdemont, el Parlament seguirá generando estructuras paralelas de papel coreadas con éxtasis patrióticos por ara.cat. El problema seguirá en su actual intensidad o mayor.

Otro paso es la recuperación de las competencias en materia de seguridad ciudadana. Gradual, completo, parcial… Paso muy importante para garantizar el mantenimiento de la paz social y que esto no derive en una confrontación bélica entre picoletos y mossos. Se trata de una medida más aplicable que el 155. Otra opción es la clausura temporal del Parlament de Catalunya. Por último y finalmente, la disolución del Parlament y la convocatoria de elecciones autonómicas.

En definitiva, esta es la hoja de ruta que veo más clara. Una primera invasión competencial en materia económica, acaso una segunda en materia de seguridad, y si el mar sigue revuelto, convocatoria de elecciones catalanas desde el Consejo de Ministros. Frente a eso poco puede hacer Puigdemont (sin competencias en materia electoral) más que patalear, al principio, para finalmente entrar en el juego, a regañadientes pero aceptando el órdago. Podría boicotear el proceso electoral, interponer muros de militantes ante las urnas, ¿pero de verdad a los del “volem votar” les beneficia esa foto? No creo.

Después de todo, salvo desastre o intervención directa de  la Virgen del Pilar (que no está haciendo nada), los independentistas volverán a ganar, el ciclo volverá a empezar. No olviden que a  medio largo plazo solo caben tres opciones: Proceso revolucionario-constituyente en Cataluña por las bravas; referéndum de verdad; o victoria en las urnas del unionismo. Desgraciadamente, la última es la más improbable de las tres**.

 

 


*Nota bene 1. No nos ha ido tan mal, no crean, por aquello de la “fraternidad” los españoles no catalanes volveremos a gozar del privilegio de la nacionalidad mediante un sencillo proceso de empadronamiento de cinco años, la mitad de lo que se pide a los habitantes de cualquier otro país. Un detallazo, todo lo cual, naturalmente, sin consultarnos. Se nos priva de un derecho que ya teníamos, pero bueno, cosa menor, contradicciones del procés, no se hacen tortillas sin cascar huevos, y a nosotros nos ha tocado el papel de huevo.

**Nota bene 2. Una preocupante cantidad de lectores segovianos pensarán: ¿y por que no mover el ejército? Respuesta, no sirve de nada. En primer lugar la capacidad táctica del Ejército Español no se ajusta al objetivo. Como mucho puede haber un despliegue preventivo en puntos vitales de la estructura catalana (aduanas, aeropuertos, nodos logísticos y energéticos), un despliegue de eficacia más que dudosa pues nadie pone en riesgo estas estructuras igualmente necesarias para una Catalunya dependiente o independiente. Si movemos al ejército, perdemos. Y si sigue usted pensando que no, que militarmente sí se puede, pregúntese cuántos soldados se precisan para controlar los accesos a un barrio de Tarragona y de cuántos disponemos, y ahora multiplique ese barrio de Tarragona por quinientos. Por favor, gilipolleces las justas.

Author: Luis Besa

Luis Besa. Periodista,

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