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Cartelera Segovia: Ralph rompe internet

Hay que agradecer a Disney que produzca películas como Ralph rompe internet, la mejor película ahora mismo en cartelera.  No es tan potente como Coco o Wally, pero está a la altura de Insight, Toy Story o Monstruos SA… En definitiva, un producto sensacional. Esta película es a la Disney lo que Bolaño a la literatura, metaficción en estado puro.

Estamos ante una secuela y lo que supone, que el grafismo y los personajes ya no tienen la capacidad de sorpresa de la entrega original. ¿Qué se puede hacer? Pues (dando por descontada la perfección técnica marca de la casa) un guión magnífico, que aproveche las fortalezas de la serie para servirnos un producto incluso mejor que el original a golpe de humor, sentido de la maravilla, potencia visual y ritmo. Y eso es lo que ha hecho Disney… ¡otra vez!

Como siempre, Disney plantea como motor narrativo algún problema personal, el egoísmo y las carencias afectivas en este caso, al que el héroe planta cara, generalmente en oposición a un villano y a través de la oportuna odisea. Pero esto es lo de menos, lo mejor es dos cosas. Por un lado la cantidad de metaficción que el director y guionista Phil Johnston, junto con Pamela Ribon, han metido en la entrega. Y es que por la saga circula el Parnaso de los héroes millenials de la casa, desde Marvel a la Guerra de las Galaxias, desde Pocahontas a Frozen. De hecho, vale la pena detenerse en una memorable escena en la que un grupo de princesas Disney explican a Vanellope como ser “princesa de Disney”, y porqué toda “princesa Disney” se encuentra a si misma en una canción. Tronchante, ajustado, lúcido… se me acaban los adjetivos, probablemente, una de las mejores escenas de los dibujos animados de todos los tiempos.

La segunda cosa que me ha llamada la atención es el constante apoyo en soberbias analogías para explicarnos cómo funciona internet. Ralph pertenece al mundo de la Arcade, tecno-arqueología que sobrevive gracias a niños vintage en un salón devenido museo que se ha quedado sin recambios. El homenaje a este mundo ochentero era la clave de la primera entrega, hasta el punto que para el lanzamiento de Rompe Ralph en 2012 la propia Disney sacó al mercado un juego basado en los 8 bits, Félix el Reparador (desternillante padre de familia numerosa, ahora, junto a la aguerrida sargento Calhoun) y remedo del Donkey Kong de Nintendo (el gran clásico en el que Mario trepa por un rascacielos al rescate de su novia secuestrada por King-Kong).

Sin abandonar el encanto vintage, los guionistas dan otra vuelta de tuerca y contraponen este mundo “romántico” al de los juegos de internet formalizados como una ciudad, donde los paquetes de datos son vehículos, los buscadores puestos de mercado… Hay web arruinadas en los barrios marginales de internetópolis, orgías del “me gusta”, pop-ups publicitarios de dudosa calidad, y hasta los algoritmos de valoración a la caza de viralidad. Todo un recital que los profesores de tecnología y comunicación harían bien en enseñar a sus alumnos pues, de algún modo, es la primera comedia en la que internet se ríe de sí misma desde sus mismas tripas. O sea, que encima aprendes.

Y así va todo. Cuando se reúnen tantos items tan bien revueltos no queda otra que entonar el consabido chapeau… Vayan a verla. Y ahórrense el mal trago de Mortal Engines. Menuda basura. Es increíble como una película tan bien resuelta gráficamente, con tanta virguería visual, puede resultar en semejante truño aburrido. Todo por un guión ridículo, cargado de trampas, Deux ex Machina, lamentables y previsibles situaciones… Vamos, que hasta las de la Marvel tienen más calado… Un desastre, todo lo contrario que la exquisita Ralph rompe internet.

Author: Luis Besa

Luis Besa. Periodista,

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