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Cartelera Segovia: Mi amigo el gigante

giganteHace un porrón de años leí con mucho agrado un recopilatorio de cuentos infantiles del galés Roald Dahl (1916-1990). La verdad que Dahl es un escritor fascinante, héroe de guerra (la película El Paciente Inglés está inspirada en su trayectoria contra el Africa Korps), y británico de clase alta hasta la médula, nada hacía presagiar su brillante impronta en la narrativa infantil pero sus tres primeros incursiones en el género fueron Los Gremlis, James y el Melocotón Gigante, y Charlie y la fábrica de chocolate, que pasa por ser su mejor obra. Ya al final de su trayectoria escribió el relato que nos ocupa, Mi amigo el gigante.

Ahora llega la versión para cine rodada nada menos que por Spielberg, y lo cierto es que sí, perfecta banda sonora, colosal factura visual, un color alucinante, una maestría en los planos, lo que quieran, pero del mismo modo que 11 cracks no hacen un equipo de fútbol ganador (miren el PSG), Mi amigo el gigante se queda en anodina historia lastrada por lo excesivamente infantil de la trama. Y es que el relato es bastante infumable por más que lo firme Dahl. No encontrarán aquí ese detallismo mágico de la Fábrica Bonka (que si los Huampa-Hampa, el billete dorado que daba acceso a la fábrica, la misérrima casa de Charlie, tan magistralmente pasado al cine por Burton con un Johnny Deep en estado de gracia), nada.

Una huerfanita se encuentra al gigante que caza los sueños y los insufla en los durmientes, gigante que a su vez es maltratado por otros 9 congéneres. La niña y el gigante hacen buenas migas y finalmente la huerfanita convence a la reina de Inglaterra para que ayude a su amigo contra Tragamollejas, Mofletes y demás…. Punto.

Donde no hay no roban. Diálogos infantiloides sobre que bueno es ser bueno, cero humor, y un doblaje imposible (la única gracia del libro era la manera de hablar del gigante, que se pierde totalmente en el doblaje). Así las cosas, lo mejor es concentrarse en la lección formal de cine que nos depara Spielberg. Zambullirse en el universo visual de la propuesta, un mira que plano más bonito por aquí, que maravilloso movimiento de cámara por allá, que maestría de los efectos especiales… Pero claro, ir de este plan al cine termina haciéndose largo.

Lástima,  pues tras la inmensa el Puente de los Espías esperaba reencontrarme al gran Spielberg de los buenos tiempos. Otra vez será.

 

Author: Luis Besa

Luis Besa. Periodista,

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