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Cartelera Segovia: Los Siete Magníficos

7magnificosLa original, la de John Sturges (1960) se convirtió en legendaria por la música (de Bernstein, chan-chan-cha-chan-cha-cha…), por lo atrevido del planteamiento de llevar al Western Los Siete Samurais, de Kurosawa, y sobre todo, por juntar a un elenco mítico (McQueen, Bronson, Coburn, Yul Brinner, Vaughn.. entonces -salvo Brinner- astros emergentes o eternos secundarios, pero llamados a ser puntales del cine americano). La nueva, de Antoine Fuqua, rescata la fórmula. Un elenco de lujo, con Denzel Washington en el papel de Yul Brinner, la misma historia y una narración más moderna, que tiene su núcleo en la segunda mitad de la película, a base de tiros y más tiros. La música es una caca.

Los Siete Magníficos 2016 ha recibido por todos lados. Los principales críticos la han puesto del revés, a lo más, destacan que es un “correcto entretenimiento” (como si la original fuera una alegoría del pensamiento de Hegel aplicado a la realidad socio-económica de Iberoamérica). Yo, que quieren que les diga, me lo pase razonablemente bien, ya me suponía que no iba a ver El Padrino, y me pareció hasta refrescante volver al Western clásico, de Ford o del propio Sturges.

Y es que hoy, las películas del oeste tiran al historicismo (de lo que me alegro). A una puesta en escena muy rigurosa con los detalles históricos, para pintarnos un salvaje oeste más cruel que salvaje, más vintage que estereotipado.  La de Fuqua no. Estamos ante un Siete Magníficos prototípico, la mitad de la película nos adentra en la psique de los “magníficos”, y lo hace con solvencia, y nos conduce al final, en clave de cine bélico, con una batalla con todas las letras, también rodada con solvencia. ¿Qué más se puede esperar? Cierto, no tiene la hondura de Sin Perdón, ni la originalidad de El Renacido.

Y es cierto, la batalla dura y dura y perdura. Pero yo no me cansé en ningún momento, los duelos aislados están bien resueltos, hay panorámicas que nos devuelven al “orden de batalla”, fugaces descansos y sorpresas. Está todo en su sitio. No hay casquería -pero eso no tiene porque ser malo- y quizá le falla la épica -la muerte de Crhis Pratt es tragicómica, el tipo no sale bien parado de su personaje-. También el previsible duelo final entre el malo malísimo y el bueno buenísimo está descompensado: Washington no tiene ni para empezar con el excesivamente intelectualoide Peter Sarsgaard, estupendo por lo demás. También descolla el hiperproductivo Ethan Hawke (10 películas entre 2015 y 2016, yo creo que la estrella que más ha facturado estos años), quizá el más auténtico, junto a Vincent D’Onofrio, espectacular en su rol de caza-indios chamánico.

En definitiva, película imprescindible para adictos a las del oeste, un buen espectáculo para todos los demás, digan lo que digan los críticos. Eso sí, la música, una caca.

Author: Luis Besa

Luis Besa. Periodista,

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