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Cartelera Segovia: Los crímenes de Grindewald

Cuando una monta un universo literario tan potente y rentable como Harry Poter (ocho películas, siete volúmenes) y solo tienes 53 años, como le pasa a J.K.Rowling, lo mejor es especializarse en aquello que sabes hacer. Más jarripoters, a exprimir ese universo que, después de todo (y tras un par de fracasos en la literatura mainstream) es lo que la gente te pide. ¡Queremos magia! Y no, uno o dos precuelas, queremos un montón de magos y criaturas fantásticas.

En este sentido, Criaturas Fantásticas y dónde encontrarlas (David Yates, 2016) me pareció sensacional, a la altura del Prisionero de Azkaban, mi Potter favorita. Básicamente, planteaba una fusión vintage del mundo mágico trasplantada a un Nueva York lleno de Art Decó. El protagonista, Scanander, muy bien interpretado por Eddie Redmayne, es un mago-biólogo protector de las bestias más surrealistas y bellas que han salido del caletre humano. Pero además, la pieza era prodiga en momentos cómicos gracias a la asociación de Scamander con Jacob Kovalsky, un anodino currante No-Maj (termino yanky sinónimo de Muggle), metido a su pesar en mundo mágicos que no comprende.

Y es que cuando el género fantástico se toma la molestia de incluir sub-capas reflexivas, lecturas múltiples que trascienden la mera aventura, no hay quien lo pare. Es lo que le pasaba a Harry Potter, no eran aventuras sin más, hablaba del niño rechazado, perdedor, ganador de repente; su difícil relación con el mundo adulto que le ningunea. Hablaba de la fusión de diversas tradiciones literarias (desde las sagas tipo Torres de Malory a la fantasía féerica del XIX con un encantador toque retro-hippy setentero). En definitiva, el buen fantástico pide un sustrato sustancioso para descollar y ofrecer ese “algo más” que lo convierte en magia verdadera.

Pero claro, hay que tener mucho talento para tal cosa. Y lamento decir que no es el caso de Los crímenes de Grindewald. Aquí lo cómico y la confrontación pragmatismo-magia, isla/continente, tan bien encarnada por un genial Dan Fogler, quedan relegados en una aventura muy bien hecha, muy entretenida, pero sin atisbo ya de sentido de la maravilla. Hay un malo, malísimo, un buenísimo, un malentendido amoroso, y muchas escenas fantásticas. Sin más. Sin sorpresas argumentales, sin misterios (todo es sota, caballo y rey), sin alma, en suma.

Y me ocurre lo mismo que cuando veo la enésima de Marvel, que sí, que muy buena acción, trepidante guión, y para de contar. Antes de entrar en el cine podría decir en el minuto tal pasa tal, en el cual tal otro, y acertar casi siempre. Aburrido.

En definitiva, esperemos que sea un mero bajón en una serie que promete aún tres entregas; un “ajuste” para hilvanar, más adelante, un laberíntico drama a lo Potter. Lo dudo mucho, pero la esperanza es lo último que se pierde.

 

Author: Luis Besa

Luis Besa. Periodista,

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