Ojo con esta película. No es lo que parece. Basada en La Historia de tu vida, novela breve de Ted Chiang, uno de los más audaces autores de la ciencia ficción más actual, La llegada es una bella historia que cuenta un contacto extraterrestre aquí y ahora. Doce enormes megalitos aparecen en doce puntos del planeta. Los extraterrestres -una especie de pulpos de 7 patas- no hacen nada, se presentan ante los pocos humanos detrás de un cristal y lanzan chorros negros.
¿Cómo hablaría usted pulpo (o heptópodo, como le llaman en la película). Pues no es fácil. Está claro que son mucho más listos y avanzados que los humanos. Está claro que desean comunicarse. Hasta se diría que nos entienden, pero no tienen forma de expresarse de manera inteligible para nosotros.
Entra en acción una lingüista, que tras no pocos esfuerzos al final se hace con la gramática del heptópodo. Y lo hace justo a tiempo, justo cuando las discordias entre países amenazan con liarla parda.
Y hasta aquí. Si el espectador se espera una película trepidante de carreras y efectos especiales, va fino. No hay nada de eso en La Llegada. De hecho es una película muy pero que muy rara, lenta y que deja con cara de póquer a todo aquel que no haya leído el libro de Chiang, que son millones. Por decir algo, puede que en la provincia de Segovia lo hayamos leído 10 (y perdonen la sobrada, pero es así).
El espectador encontrará un canto a la vida y al amor como experiencia pura, un poco a lo Terrence Malick. Y es que, y aquí va una pista, el lenguaje alienígena no conjuga tiempos verbales a lo presente, futuro o pasado. Error. Nosotros los humanos estamos limitados a una experiencia cuatridimensional, siendo la cuarta el tiempo. Como experimentamos en cuatro dimensiones podemos representar apenas tres. Ahora bien, los físicos sospechan que el universo se configura con más dimensiones. Los modelos necesarios explicativos del cosmos de una parte de la teoría de cuerdas, por ejemplo, precisan 11 dimensiones para encajar (según leo en la Wikipedia). Así las cosas, nuestros recién llegados heptópodos controlan siete. Y ahora imaginen un lenguaje que conjuga siete dimensiones (bueno, seis en rigor). La idea es que para ellos pasado, presente y futuro se expresa a la vez.
Conforme nuestra lingüista se va adentrando en los secretos del heptópodo su manera de percibir el tiempo cambia. El presente es el pasado y el pasado es el futuro. Todo se entremezcla.
Visto así, La llegada es una bastante fiel adaptación a la historia original. Un cuento 3D circular (a destacar aquí el inmenso trabajo del director, Denis Villeneuve, que sale vivo de un relato en absoluto convencional) que sin embargo, deja a un lado las típicas broncas, carreras y trallazos láser del género, para adentrarnos en un universo introspectivo y en una metáfora sobre la vida y el amor. Encontrarán, eso sí, poderío visual y un cierto suspense. Recomendable exclusivamente para amantes del cine más hermético, acérrimos a las experiencias límite y los adictos a Chang. Resto asbtenerse. La verdad es que me pasma que existan productores con las pelotas de filmar un cine tan abstracto y complejo. Pero que no decaiga.
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