Película de colegas que se queda en un término medio entre el Gran Leobowski y Límite 48 horas o cualquiera de las comedietas de Eddie Murphy en los 80. Desgraciadamente, Dos buenos Tipos queda lejos, aunque lo intenta, del humor corrosivo de los Cohen , y tampoco tiene el ritmo trepidante de la serie de Superdetective en Hollywood o Arma Letal. Sin embargo Dos buenos tipos no es para nada una película desaconsejable. Aunque penalizada por un doblaje plano, la pareja formada por Russell Crowe y Ryan Cosling funciona y depara gags memorables, amén de una loca ambientación barrocamente setentera más que lograda.
Un detective alcohólico y sin escrúpulos Holland March (Ryan Gosling) vive un momento particularmente bajo tras la muerte de su esposa. Un extraño caso le pone en el camino del “rompe huesos” Jackson Healy (Russell Crowe), otro perdedor que sobrevive pegando palizas para todo tipo de clientes. Tras romperle un brazo al detective, el matón se ve en el brete de contratarle para solventar la desaparición de la hija de una influyente política. De por medio está la hija del detective, una pizpireta adolescente, que da el toque sensible al film. Los tres se embarcan en un peregrinaje por el enloquecido Los Ángeles de los 70.
El argumento, y este es uno de los fallos de la película, está al mero servicio de gags y acumulación de situaciones extrañas, pero en líneas generales el resultado es satisfactorio y garantiza una hora y media de entretenimiento. Y hasta ahí…
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