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Abstención es Abstención

No sé cómo sonará la palabra abstención cuando uno la pronuncia con la nariz tapada, pero nos vamos a hartar de comprobarlo en solo unas horas, cuando llegue la segunda votación para investir presidente a Mariano Rajoy y los diputados socialistas, uno a uno —ya veremos cuantos— la pronuncien en alto, de pie, a la vista de todos… Un mal trago, ya lo creo.

Sinceramente, creo que ese de la abstención es un sapo que deberían comerse, a partes exactamente iguales, los 84 diputados adscritos al Grupo parlamentario socialista, sin excepciones. Personalmente pienso que lo que se decide por votación en un órgano de Gobierno autorizado —en cualquier organización— debe ir a misa. Esa es una de las grandezas y miserias del cacareado sistema democrático con el que se nos llena la boca y por tanto, creo que la discusión sobra. “Abstención es Abstención”, para todos.

A ver, a lo técnico. Cierto que la Constitución deja claro que “los miembros de las Cortes Generales no están ligados a mandato imperativo” y que “el voto es personal e indelegable”, pero también es cierto que en la práctica, todos los partidos, todos, imponen la disciplina de voto e incluso lo regulan en los reglamentos de sus grupos: “En todos los casos, los miembros del Grupo Parlamentario Federal están sujetos a la unidad de actuación y disciplina de voto” dice el del PSOE en su artículo sexto. Parece claro.

La insumisión por causas de conciencia que pretenden algunos parlamentarios —también de los del PSC, por muy autónomos que sean y los de Castilla y León, por muy contrariados que estén— es un desacato directo a las normas de su propio partido y resulta especialmente grave al presentar ante los ciudadanos, según el criterio de cada uno, un grupo de “socialistas buenos”, frente a otro de “socialistas malos” que resulta sumamente peligroso para la credibilidad y unidad del partido y sus bases.

De hecho, salirse de la disciplina puede acabar en la expulsión del Grupo de los diputados díscolos si su gesto llega a considerarse “grave” —si la Comisión de Ética y Garantías no le llega a poner a ese nivel, con 600 euros de multa lo arreglan— y derivaría en la existencia de un nutrido grupo mixto en la Cámara en el que estaría el “grupo b” del PSOE, que recuerde que el acta es personal y solo el diputado propietario puede renunciar a ella, mientras que el “grupo a” sería incluso menor en número que el de Podemos.

Estoy totalmente de acuerdo con los defensores socialistas de la abstención —entre ellos el segoviano, Juan Luis Gordo, al parecer defensor de esta vía desde hace meses aunque callado hasta la caída de Pedro Sánchez— que justifican la grave decisión definiéndola como “estratégica”. Tienen cierta razón, que el PSOE está en esta situación únicamente tratando de salvarse a sí mismo, optando por la opción menos mala frente a la peor, que habría sido ir a unas nuevas elecciones a recoger su acta de defunción y esto también deberían comprenderlo los diputados rebeldes y hasta esa parte de la militancia que muestra su indignación en las redes sociales y ante la puerta de la sede socialista. Otra cosa es que unos y otros lo quieran aceptar.

Varias tareas inmediatas tiene el PSOE en el Congreso, empezando por salvar el trámite de las votaciones sin que eso acabe provocando la voladura del Grupo e importantes repercusiones sobre todo el partido. Si salva esa papeleta, tendrá que hacer creíble su papel de oposición, más allá del rechazo que ya anuncian a los Presupuestos Generales del Estado y en pugna directa con Podemos, que se ha encontrado con nuevas bolsas de oxígeno que creían perdidas tras las últimas elecciones y que permiten volver a desarrollar el discurso populista en el que la formación morada se desenvuelve con soltura.

A nivel orgánico, el PSOE necesita tiempo —y nadie se lo garantiza, que la Legislatura puede ser muy corta— para reorganizarse, renovar sus estructuras de arriba a abajo —la batalla en Castilla y León va a ser intensa y me gustaría pensar, bajo riesgo de caer en la ingenuidad, que también lo será la de la provincia de Segovia— y volver a convencer al ciudadano de que es la alternativa real a un PP al que ahora va a facilitar el Gobierno del país. Arduo trabajo.

Author: Fernando Sanjosé

Segovia (1967). Periodista.

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4 Comments

  1. Como en todo don Fernando, a más de colores, hay buenos y malos -más que pese-. Ya le digo. Incluso, a veces hay ética, por mucho órgano superior, gobierno autorizado -¿a qué? ¿a engañar?-, colegiado o mediopensionista que exista. ¡Traidor no te valdrá tu traición, si tus votantes cumplen lo prometido! Y ya está bien de miedos a urnas -de afiliados o de la nación-. ‘Estrategica abstención’ lo llama usted, más bien miedo, pánico diría, a perder escaños o cargos públicos bien apesebrados. Estratégica y traidora abstención hacia el electorado socialista lo llamaría yo.

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  2. Horror vacui lo llamaría yo, señor Sanjosé. Un sentimiento terrible a perder prebendas. Más vale que don Felipe González y compaña, bien aposentados en esta vida y en diez o doce más que les tocara vivir, se hubieran contenido o refrenado, en vez de preparar una confabulación contra decisiones legítimamente tomadas -en programa y promesa electoral- y en contra de los votantes del PSOE. Sólo espero que esa abstención a nariz tapada, ahogue a los que votarán, más que a nariz tapada, a mano en faltriquera y cómodo escaño.

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  3. Así se escribe la historia, sí señor: que si yo ‘solamente seguía órdenes’ o lo que es lo mismo, según usted, la ‘obediencia debida’. Pues nada “Befehl ist Befehl” amigo Sanjosé. Espero que los votantes, en un futuro no lejano, apliquen eso que decían los romanos, sobre que Roma no paga falsías 😉

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  4. Pues nada, ya que hay tantos colgajos para abastenerse, apoyando un gobierno de la derecha más recalcitrante, se diga lo que se diga, a ver si los hay para sancionar y echar del grupo parlamenteario a los que, éticamente y en conciencia, voten no a los que apoyan la corrupción (si no la apoyan tratan por todos los medios ante Tribunal que se anulen juicios). ¡Hala! machotes y machotos y machotas a la abstención técnica de expulsión. Ya les vale.

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