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Batalla al alcohol

La Comisión Mixta Congreso-Senado para el “Estudio del Problema de las Drogas” ha aprobado recientemente el informe que será el germen de una nueva ley ‘antibotellón’.  El texto recoge la prohibición del botellón y contempla multas para los padres cuyos hijos menores de edad sean pillados bebiendo alcohol; prohíbe también la venta de bebidas alcohólicas en gasolineras, cines y parques recreativos; y contempla la clausura de los locales y comercios que vendan alcohol a menores. Un proyecto ambicioso que la tramitación parlamentaria descafeinará, pero que, aunque llega tarde, llega, y con el acuerdo alcanzado se declara la “batalla al alcohol”.

El consumo de alcohol está fuertemente arraigado en la cultura de nuestras sociedades desde siempre, utilizándose en multitud de situaciones personales, familiares y sociales. En estos últimos años su consumo se manifiesta con mayor intensidad en las fiestas y eventos asociados al ocio de la gente más joven. Este fenómeno tiene sus efectos más visibles en el fenómeno del “botellón” en torno a un parque urbano, los fines de semana; o en las fiestas locales en derredor de uno o varios automóviles desde cuyos maleteros se abastece al grupo de distintas bebidas, por lo general, alcohólicas.

Las causas que están contribuyendo a que se esté incrementando el consumo de alcohol entre la juventud son muy diversas y muchas de ellas convergen a la hora de profundizar en el problema: desde un déficit de información sobre los efectos de alcohol en el organismo y la baja eficacia de las políticas preventivas; hasta una ausencia de programas de ocio alternativo para la juventud; una educación familiar permisiva o la carestía de la vida, lo que empuja a la búsqueda de nuevas fórmulas más compulsivas y peligrosas de consumo. Un grave problema que va a ocasionar que en el futuro tengamos alguna o varias generaciones de alcohólicos, si esto no se corrige y se toman medidas que surtan efectos.

El consumo inadecuado de alcohol se ha convertido en España y Europa en un grave problema de salud pública. Este hábito se asocia con más de 60 enfermedades tanto de tipo físico como mental. Los adolescentes son más sensibles a los efectos del alcohol, están más indefensos frente a las adicciones, más expuestos a sufrir daños neurológicos irreparables y son susceptibles de adoptar bajo sus efectos conductas de riesgo muy grave. El informe acordado contempla el establecimiento de un registro clínico de los menores que incluya sus ingresos hospitalarios por alcohol.

Las consecuencias no sólo las sufre quien lo consume, sino que sus efectos también inciden en su entorno más próximo, en el ámbito laboral y en la sociedad en su conjunto. No hay que olvidar que la causa de muerte más frecuente entre los 18 y los 24 años es el accidente de tráfico con intoxicación etílica del conductor.

Las políticas desarrolladas en nuestro país para atajar el consumo de alcohol se sustentan en la mejora de las políticas preventivas y de la información. Las primeras se instrumentalizan a través de los equipos de Atención Primaria de salud; y las segundas, a través de campañas institucionales. Sin embargo, son insuficientes por sí mismas. Se echa en falta tanto medidas de carácter educativo como restrictivas de consumo que complementen las anteriores. Sólo con la interacción conjunta de todas ellas se podrá frenar poco a poco sus efectos adversos.

La educación es necesaria desde edad temprana, tanto en el ámbito de la escuela como de la familia. Una asignatura reglada de educación para la salud compensaría en el largo plazo la inversión realizada, no sólo en este ámbito sino también en otros muchos. Una asignatura que debiera ser impartida por los profesionales del sistema sanitario en el marco de un convenio de colaboración entre los sistemas de salud y educativos.

Las medidas restrictivas para el colectivo de adolescentes son necesarias. No sólo hay que endurecer las sanciones por el consumo de alcohol en la vía pública, sino restringir el consumo de alcohol para menores de 18 años. El Gobierno, en una legislatura anterior, se vio obligado a retirar la Ley del Vino al no contar con un amplio consenso social. Todos recordamos las palabras de algún relevante líder político, diciendo “viva el vino” en clara oposición a la política responsable del Gobierno, pero en el tiempo trascurrido el problema se ha ido agravando, o al menos esa es mi percepción.

El impulso de una nueva ley de carácter básico que regule el consumo de bebidas alcohólicas orientada a disminuir el consumo de alcohol especialmente en los colectivos más vulnerables de la sociedad es urgente. El consenso político es más que deseable, sobre todo cuando corremos el riesgo de contar con futuras generaciones de alcohólicos, si no se cambia la cultura y hábitos de consumo ligados especialmente a la forma de ocio. De momento, se ha dado un gran paso.

 

Author: Opinion

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6 Comments

  1. Que si, Sr. Gordo. Que todo eso está muy bien. Que es penoso que unos chavales tan jóvenes le den tanto y tan pronto al alcohol.
    Pero el “problema” no es el alcohol. Al menos para mi.
    Lo que es de vergüenza es lo guarrísimos que son.
    Si toda esa “mierda” que tiran impunemente en la via pública, fuera de cerveza 0,0, de refrescos, o de bebidas “energéticas” con sus correspondientes bolsitas, seguiría siendo una guarrería.
    Que somos unos “blandos”. Mano dura. Buena multas, y verás como el “boca a boca” hace el resto. El día que la “criaturita” llegue a casita con una multa de 1.000 euros por tirar botellas al suelo, verás como a sus progenitores no les hace nada de gracia.
    Pero no. No es “políticamente” correcto. Y más en cercanía de elecciones.

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    • La basura, de acuerdo, es un problema y sobre todo una falta total de educación. Las borracheras y comas etílicos, eso no son nada. Mientras consuman y se sigan forrando unos cuantos sinvergüenzas por vender alcohol a menores y otros miren para otro lado, qué más da. Para usted el único problema es levantarse, leer la consigna mañanera y empezar a contestar a cualquiera para cobrar el sobre 😉

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      • Creo que no he dicho que las borracheras que pillan esos chavales descerebrados, no sea “nada”. Pues claro que es un problema. No me taches de “insensible”.
        No creo que los miles de “guarros” y “guarras” que dejan las plazas y calles como vertederos, acaben todos con borracheras y comas etílicos. Así acabarán un par de docenas. El resto, se ha tomado dos copas, o cuatro, o dos latas de cerveza, o cuatro. Unos tendrán 14, otros 15 y otros 16, pero otros tendrán 18, 20 o 24, y con su respectivo pelo donde lo tienen que tener. Pero el denominador común de un porcentaje altísimo de ellos (y ellas, claro), es la “guarrería” y la falta de educación.
        A los sinvergüenzas que venden alcohol a menores, hay que darlos bien en la cartera. Pero, insisto, (y esto no es “consigna” de nadie)(aún sé pensar solito), también hay que dar en la cartera a las pandas de guarros que dejan todo hecho un saco, y si son “menores” (para lo que les interesa), pues a Papi y Mami.
        Si te das cuenta, en las fotos que ilustran las consecuencias de los botellones, nunca salen “borracheras ni comas etílicos”, siempre salen VERTEDEROS. Por algo será.

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    • ¿Que el problema no es el alcohol?…es una droga que cada año provoca miles de muertes y la desgracia de miles de familias.
      Claro que el problema es el alcohol, no hagamos de esta droga demagogia barata.

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  2. Una asignatura para el alcohol, otra para el tabaco, otra para la comida basura y, si da tiempo, pues se imparte matemáticas, lengua, historia…

    Todo se nos va de las manos últimamente, todo se tremendiza y se intenta poner el primer remedio que se ocurre, en vez de pensar bien la solución al problema y “atacarlo por sus pilares”.

    La educación, tiene que empezar EN CASA y tienen que ser los padres y madres los que inculquen a sus hij@s lo que es bueno o malo, en vez de darles todo lo que ellos no han tenido y dejarles que se “autoeduquen”, no regañarles y otras muchas “modas” que hay ahora (gracias, como no, a las redes sociales y al “interné”).

    Hasta que no nos entre esto en la cabeza, seguirá persistiendo este problema y otros del estilo.

    Estoy de acuerdo en lo de dejar de consentir este tipo de actos, se puede dejar cierta “mano izquierda” en eventos festivos, pero los españoles somos unos guarros, tirando todo al suelo porque “luego lo limpian”. Una buena multita en el bolsillo es la mejor manera de “educar” a ciertas edades o, por lo menos, de hacer reflexionar al multado…

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    • Toda la razón. Pero Guarros-Guarros.
      También nos gustaba ir por la autopista a 180 km/h, pero recibimos una “educación” milagrosa, por parte de unos señores de verde.
      ¿A que si?

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